sábado, 10 de abril de 2010

INTROSPECCIONES Y SENTIDOS MÚLTIPLES (*)



La sola existencia del hombre en el espacio terrenal posibilita la interacción de ideas, conceptos, simbolismos, abstracciones, sensaciones que se sumergen como bocanadas en el hecho cotidiano-existencial.

El ser humano tiene la tarea inmanente de decidir por su destino, en la perspectiva de acumular experticias que vayan consolidando identidades propias. Ante el misterio del cosmos, el espíritu y la materia se confabulan en medio de incertidumbres y dudas. No cabe vacilación, que por la irresponsable actitud e inercia humana, la naturaleza se observa unimismada ante su inevitable destrucción. Desde luego, tal descomposición ecológica tiene el sello de una ideología salvaje, la cual exalta el libre mercado, y, por tanto, la paulatina degradación humana y paisajística. Somos en síntesis el resultado de una perversa forma de ir amontonando la chatarra que caracteriza al capitalismo de nuevo tipo (llámese neoliberalismo); ciertamente, en plena etapa de desmonte.

A partir de esa lacerante realidad los poetas-pintores o, pintores-poetas, Vanessa Mosquera y Nelson Villacís, se hallan en la búsqueda de la respuesta pertinente en pro de la consolidación del acertijo creativo. Desde la noche. Desde el sosiego. Desde el silencio. Desde la crueldad y la felonía. En fin, desde la carga inevitable de alegrías momentáneas y desdichas prolongadas, Vanessa y Nelson le apuestan al verso preciso y al trazo iluminado.

Desde el “Sexto Sentido”, Vanessa Mosquera expone más allá de la epidermis, las profundidades de la estética. Con ingenuidad. Con atracción hacia maneras sutiles de pregonar la belleza artística considerando la esfera de lo irreal y lo mágico. Vanessa “le levanta la falda a la luna”, -según la poética de Joaquín Sabina-, desde el pincel, a partir de las horas noctámbulas en donde los cazadores de ilusiones están al acecho de sus víctimas, colgados en los tejados marchitos. O como asevera la propia Vanessa con rasgo literario: “Hay otra vida en la Luna/ Esa que no vemos/ La Luna nos hala hasta su desnudo ropero/ Donde desviste nuestros trapos con sus misterios”.

En sus cuadros se visualizan cuerpos alejados del morbo, los mismos que pugnan por reencontrarse con el principio de la creación mundana. La feminidad emerge amamantando las honduras vernáculas de nuestros orígenes. Un infortunado individuo decide concluir con la falacia vivencial, optando para ello, por el acto suicida, cuyo vértigo impresiona, al igual que nos deja múltiples interrogantes.

Asimismo, las tonalidades que cubren el cielo de cometas aparecen en una metáfora infantil, con la frescura derivada de la ternura de los primeros años. Vitrales, acrílicos, carboncillos, son materiales utilizados, con el visor lúdico e imaginativo.

En tanto, Nelson Villacís nos devuelve la esperanza con sus “Introspecciones”, o sea, con una mirada autocrítica, con una aproximación del yo interno, sin censuras, ni temores. Nelson como buen abogado del diablo se replantea con el velo artístico la incesante construcción identitaria, como esteta de la irreverencia camina consciente de los peligros que conlleva sumergirse en las honduras del mar de los colores. Y, lo hace con profundidad como un filósofo extraño en estos tiempos de modernidad. Se plantea descubrir los misterios del arco iris, a propósito de un misticismo asumido con parsimonia, sabiduría y respeto. Confluye en la concepción de los mandalas, esto es, figuras o diagramas de significados complejos, en donde su interpretación permite acercarnos con los designios de la vida, según el esquema oriental. Por ello, las figuras geométricas no son imposiciones gratuitas, sino el resultado de una solitaria investigación y anhelo particular por compartir los rituales del humanismo.

Nelson, informal a ratos, desinhibido siempre, sostiene una carga crítica a nuestro sistema socio-político, para lo cual aspira la interactuación artista-espectador; en la imprecación del oficio más antiguo de las sociedades y en la simbología de una decadente institución, cuyas sotanas y cruces se encuentran -actualmente ante denuncias de pederastia o pedofilia- en pleno escenario del juzgamiento, reproche y condena mundial.

Pero, también Nelson con aliento esotérico se muestra formal en sus cuadros estilizados y de aplaudida presentación y encuadre. Él es el pintor erótico de la piel femenina, de la carne desmitificada, de las piernas y los senos destrabados de prejuicios feligreses. El arte impregnado en los cuerpos desnudos también tiene su espacio en esta amplia y dilatada exposición, a través de la fotografía.

Con Nelson me une una profunda amistad. Viejo amigo de tertulias. De anécdotas furtivas. De incienso y relicario. De versos al filo de la madrugada. De cartas y lecturas enigmáticas. De bohemia y canción errante. Aquí sus lágrimas derramadas en el papel: “Amargo como el lamento/ Dulce y calmo como el asueto/ Llora por ti mismo/ Y deja en paz a tus muertos”.

He aquí mi punto de vista sobre la apertura de esta muestra pictórica. Espero que el dilecto público asistente no comparta en lo absoluto lo dicho, luego de observar detenidamente la citada propuesta creativa, ya que así lo determinan los designios del arte: cada ser o individuo tiene su propia óptica del universo y de sus alrededores.

(*) Presentación de la exposición conjunta
“Introspecciones” y “Sexto Sentido”
Salas de la Casa de la Cultura-Imbabura
Ibarra, 09-abril-2010

2 comentarios:

  1. Muy Bien Aníbal se te ve tan 'pelucón' junto al Nelson. Mi abrazo hermano siga soñando la palabra. Gracias por poner un link de mi página


    Gabriel Cisneros Abedrabbo

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  2. Felicito enormemente tu iniciativa. Estaré pendiente de tus artículos.

    Raúl Rosado
    Un abrazo

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