miércoles, 10 de marzo de 2010

EL ARTE IMPLÍCITO DE ALFONSO ENDARA



¿Qué es el arte? León Tolstoi considera que “el fin del arte es la belleza, que ésta se conoce por el placer que produce, y que el placer, a su vez, es una cosa importante por el solo hecho de ser un placer…”. Sin embargo, el propio Tolstoi delibera así: “Para dar una definición correcta del arte es pues necesario, ante todo, cesar de ver en él un material de placer, y considerarle como una de las condiciones de la vida humana. Si se considera así, se advierte que el arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres”.

Mirado así al arte, destacamos dos condiciones primarias de su existencia: la belleza que emana del placer y la comunicación derivada a partir de la estética. Entonces, la cotidiana jornada existencial se contrapone a ratos, tras el resplandor del crepúsculo, la mirada tierna del recién nacido, el paisanaje que cobija nuestra serranía, el trovador entonando quimeras, el pescador navegando en los viejos océanos, la mujer nocturna fantaseando con una fracción de la luna, la muerte ingresando a hurtadillas a la casa del vecino, la soledad cumpliendo el rol de acompañante en el colofón del longevo, la carretera sin un destino fijo, la impotencia del humilde ante la proliferación de la miseria, la paradoja sintetizada en la opulencia de pocos, y la desdicha numerosa.

El arte acoge y recoge ese pragmatismo, que, a su vez, se convierte en latente ficción. “…el arte es un reflejo de la sociedad en que aparece”, asevera Ernesto Sábato. Desde ese reflejo pertinente emerge Alfonso Endara (Quito, 1960); experimentado pintor de paradojas humanas, a veces, desde el rostro unipersonal -el retrato-, otras, desde las bufonadas del ser y sus máscaras hipócritas, y, finalmente, -con una enorme sabiduría proveniente del mensaje bíblico-, desde la contextualización mística de los hacedores de la parábola, la sentencia y lección de los versículos, y, la advocación de las bendiciones sempiternas.

Endara se resiste a catalogar su obra como arte religioso, más bien su imán referencial gira alrededor del hecho contemplativo, en donde se bifurcan mujeres angelicales metamorfoseadas con una flor, féminas hermosas de dorso semidesnudo en un acto reverencial de fe hacia el Creador invisible, hombres arrepentidos frente al muro de las indulgencias.

Títulos de cuadros conmovedores como: “Paz de Dios”, “Buscando justificación por su pecado”, “La elegida”, “El atrevimiento del intelecto”, “Una flor más”; nos sumergen a pasillos inmutables de conventos franciscanos, largos corredores de claustros misteriosos, cuartos con cirios encendidos ante la presencia silenciosa de la cruz bendita.

“Confrontación”; (calificativo de esta muestra pictórica) constituye el resultado de la dilatada cavilación del autor ante los dogmas y creencias que merodean en religiones diversas que, al fin y al cabo, tienen la injerencia humana. Él confronta los signos oscurantistas y devela ciertas contradicciones mutiladas en la historicidad oficial.

Endara, quien ha participado en más de 40 exposiciones individuales, tiende la mano creativa a partir de la armonización de una estructura con estilo clásico. Por ello, en algún momento de su trajinar artístico sedujo a los fantasmas que rondan al famoso Miguel Ángel. El pintor que se lleva el elogio de este comentario no se desentiende de su realidad próxima, y, ante ella, se vuelve un febril contestatario.

Placer por el enunciado artístico y ansias por comunicar sus demiurgos internos es lo que nos proporciona en el lienzo, el pintor de las almas sosegadas: Alfonso Endara, entre saudades y el relicario desde donde se desprende la creación.


(*) Presentación de la muestra pictórica
“Confrontación” de Alfonso Endara
Sala Rafael Troya
Casa de la Cultura “Benjamín Carrión”
Núcleo de Imbabura
Ibarra, diciembre 11 del 2009

VITERI: TRAZOS SILENTES Y ANIMISTAS DE ÉBANO



El arte siempre tendrá múltiples interpretaciones, concomitante, a la cosmovisión de una humanidad compleja, diversa, disímil.

A partir de ese ámbito creacional el ser desde su inteligencia expande aristas que enaltecen los sentimientos y la belleza, como condición primigenia del fenómeno artístico. No obstante, el grito rebelde, la ignominia, la canción triste, también se bifurcan en escenarios creativos, como respuesta del artista ante la desmemoria y la falacia que, en determinados estadios sociológicos ha inducido el poder oficial.

Bladimir Viteri (Ibarra, 1981); militante activo del pincel, se atreve en plenilunio a desentrañar la existencia que se junta con los días rutinarios. Joven creador de trazos silentes, se abre paso con decisión propia, pero, fundamentalmente, con un estilo que irrumpe en la plástica provincial y nacional con buenos augurios. Para él, la condición humana es vasta expresión que se sumerge en el lienzo sin taras mentales. Obsesionado por plasmar los artilugios de la vida; Bladimir se sumerge desde el vacío en los cuerpos de los amantes nocturnos, en la feminidad con sus gestos y siluetas prominentes, en semblantes con la finura de los colores que le vuelven asequibles a cada una de sus composiciones artísticas. Tenue cromática con la cual el espectador degusta de una propuesta con técnicas y materiales múltiples. En una etapa pictórica, por ejemplo, se anteponen líneas simples que acrisolan un mensaje límpido y transparente.

El origen de su vocación tiene referencia en la búsqueda incansable de respuestas que confirmen esos caracteres identitarios que van afianzando su condición de hombre en el entorno societal. Efectivamente, la negritud cobra fuerza en cada uno de sus cuadros. Por tal motivo, -directa o indirectamente- este catador de la pintura se aferra con conciencia y conocimiento a sus raíces terrígenas, a esa historia colectiva que habla de exclusiones y ausencias, de ritmos cadenciosos y calles polvorientas, de promesas incumplidas por políticos rufianes, de carreteras olvidadas, de gambetas futbolísticas, de navidades tristes y quimeras perennes.

“El arte debe ser estudiado no por pueblos sino por culturas y el verdadero enriquecimiento del espíritu humano se hace al confrontarlas entre sí, aún cuando quizás nunca podamos entender en su profundidad una cultura que no sea la nuestra”, reflexiona Claudio Mena Villamar.

Bladimir propaga y dignifica su cultura primigenia y, con ello, ratifica la irrestricta condición de sociedad intercultural en la cual convivimos y transitamos ante el espasmo del tiempo. Somos diferentes y, en la huella de la heterogeneidad vamos asimilando la riqueza policultural. Este joven artista resalta en su producción la libertad para configurar un pensamiento pictórico, una filosofía telúrica proveniente desde el análisis plástico. Bladimir demuestra en sus cuadros su condición de ente libre predispuesto a transmitir con soltura los desvelos de la época posmoderna.

Entre sus muestras propositivas sobresalen: Negritud y Origen, Discursiva a uno mismo, Estética de la Negritud, Ídolos y Animistas, Afro Génesis y Blanco y Negro.

“El hombre contemporáneo ha perdido la capacidad de asombrarse frente al mundo visual y externo”, cavila Mena Villamar. Sin embargo, y, contradiciendo esta apreciación, el citado creador nos brinda pautas sensibles y poetizables para asombrarnos de nuestro entorno, para entender y tolerar la multietnicidad, para cerrar los ojos por un instante y comprender los insondables significados de la vida, de la paisajística natural, y, claro, los avatares que trae consigo el delirante oficio de pintor.

Otavalo, octubre del 2009

Otavalo: remanso paisajístico y espacio multicultural



Otavalo conmemora 180 años de condición citadina, de legado bolivariano, de pueblo pujante “susceptible de adelantamiento”. Desde aquel 31 de octubre de 1829 ha quedado la huella indeleble del libertador Simón Bolívar, tras su decreto de erección de villa a ciudad. Este mandato honra a una población valiosa y trabajadora que bajo dicha égida pretérita convive con intensidad en el presente, sin descuidar los eslabones que debe forjar en perspectiva futura.

La fecha anotada conlleva el orgullo colectivo y el compromiso latente por preservar los postulados de aquella corriente bolivariana: libertad, civismo, dignidad,… Preceptos emancipatorios tan concordantes con el pensamiento y acción del padre de América: Bolívar. De él debemos rescatar los valores inmanentes que corresponden al ser humano en su integridad: lealtad, moralidad, estoicismo, ecuanimidad, justeza, etc. Como afirma Clara Luz Zúñiga: “Bolívar fue íntegro como soldado e ideólogo de la independencia, y en esto radica su verdadera grandeza: supo interpretar, en el curso de la misma guerra las aspiraciones de las gentes sencillas, de indios, negros, mulatos, zambos y llaneros, que se habían levantado contra sus opresores… Bolívar fue un superhombre por la extensión y las consecuencias de su obra, por la miseria de los medios que tuvo a su alcance, por la percepción grandiosa de su ideal glorioso, por su visión del futuro, por la fe en sí mismo, por la tenacidad de su acción, por el desprendimiento y el desinterés, por su valor personal, por la fuerza extraordinaria de su ser, por su vida y por su muerte”.

Otavalo a través de la historia ha mantenido un firme romance bolivariano. Porque así lo determina sus páginas pasadas. Porque así lo exigen los vientos modernos de nuestra patria grande. Porque así se identifican las mujeres y hombres asentados en su geografía local.

Otavalo; remanso de preciosidad paisajística, alegoría multicultural, comarca vital de ensueño y espacio cosmopolita que entreteje el intercambio productivo-comercial. Ciudad de raigambre bolivariano, pero, también, de honda condición andino-tutelar e hispánica-occidental. Con derecho propio “capital intercultural” del Ecuador.

La historia nos permite reformular el destino de los pueblos, el vértigo indiscutible del porvenir. Las lecciones que repasamos desde la historiografía posibilitan enmendar errores e ir abriendo camino hacia la luz del progreso y adelanto colectivo.

Cada 31 de octubre en Otavalo reeditamos una página esencial de contexto cívico-administrativo, pero, además, desde el caleidoscopio humano ratificamos el compromiso latente que tenemos las ciudadanas y ciudadanos asentados en el Valle del Amanecer por contribuir al desarrollo integral a través de nuestra faena cotidiana, tal como demandó hace cerca de dos siglos el Libertador caraqueño.

Otavalo, octubre 30 del 2009

ECLOSIONES DE LUZ Y COLOR (*)



La pintura es -quizá- la expresión de mayor transparencia -junto con la literatura- para develar la cotidiana existencia del ser humano. Su apreciación recoge los vericuetos, dicotomías, miedos, incertidumbres, fracasos y esperanzas desde la contemplación y el desvelo. La paleta de colores se dispersa cuando el artista asiste al pleno acto de la creación.

El creador es un navegante de ilusiones que destella sentimientos insondables, a ratos, contenidos en el sencillo tránsito de los días. El pintor canaliza desde su criterio personal la estética del lienzo, conjuga elementos mágicos desde su óptica irreverente y desacralizadora, divulga -consciente o inconscientemente- desde su intimidad los demiurgos que le acechan en las tardes grises.

“Eclosiones de luz y color”; título de la muestra colectiva que tenemos el honor de presentar en esta tarde en su apertura, promueve -tal vez en una analogía al realismo mágico- imágenes de guerreras posmodernas en pleno harakiri, pueblos andantes, anfibios romeriantes, vendedoras de frutas e ilusiones teniendo como telón de fondo el valle de la negritud, árboles multicolores, miradas ocultas en la selva agreste, lectura pausada de la abuela inconfundible, figuras irregulares en blanco y negro, el rondador de huella andina, paisanaje de tonalidad dorada, parajes costumbristas, individuos caminando hacia la nada, como diría el poeta Iván Oñate: “Nada surgida de la nada”, retratos acariciando la ternura y sensualidad, cuerpos femeninos acogiendo la fragilidad de mariposas azules y la energía de la luna llena, rompecabezas en búsqueda de nuevas piezas, verde-claros exaltando a la pacha mama, hombres desenredando su extraña cabellera que se extiende hacia el cielo, fragmentos que intentan asemejarse a un pájaro anónimo, “la guerra contra el hombre y ahora en contra de la naturaleza”.

Los elementos descritos -juntos con otros- van dando forma y contenido integral a esta exposición masiva. Siempre estaremos de acuerdo respecto de la certeza de que la producción pictórica en sí, habla por sí sola, ante las corrientes e istmos que va asimilando cada autor/ra.

Gilberto Almeida, Washington Andrade, Gabriela Ayala, Vicente Bolaños, Nelson Calderón, Mauro Cárdenas, Guillermo Collahuazo, Lety Cuadrado, Vicente Cualchi, Rigoberto Díaz, Edmundo Fierro, Marcelo Galindo, Lucía Heredia, Fernando Erazo, Marcelo Paredes, Miguel Heredia, Genaro Onofre, Edgar Reascos, Ángel Rodríguez, Edison Ruiz, Edgar Sandoval, Jorge Tabango, Jaime Torres, Mery Valverde, César Vinueza, Carlos Yépez, Jorge Yépez y Hernán Román dejan impregnados en estos cuadros que tenemos el agrado y la complacencia de observar, parte substancial de la existencia humana, de su propio yo, y, junto con ello, de la otredad, con signos de pertenencia y de exploración del cosmos.

Jean Paul Sartre aseveró que “la contemplación estética es un sueño provocado y el pasar de ese sueño a la realidad, un auténtico despertar”. Lo que provocan estos -nuestros- pintores es despertar en los simples espectadores profundas revelaciones ante el misterio de la creación y, tan sabio como aquello, ante la entelequia de la vida.

(*) Presentación de la muestra pictórica colectiva
“Eclosiones de luz y color”
Otavalo, octubre 16 del 2009
Galería de Arte “Jaime Andrade Vargas”

YAMOR 2009



Septiembre tiene una especial connotación en nuestro entorno geográfico.

En el caso de Otavalo, el citado mes conlleva una profunda significación andina, enraizado con el grano amarillento, y, cautivado por la degustación culinaria, la bondad del allpa mama, el misterio de la leyenda y la alegría popular. El Yamor no se limita a la descripción de aquella chicha que identifica con plenitud a nuestro cantón, sino que se abre paso en medio de la modernidad como referente festivo de connotación nacional e internacional. La quincuagésima séptima edición de la fiesta del Yamor ya es una realidad contagiosa y llena de expectativa. Para el efecto, el Comité Ejecutivo -instancia de organización y coordinación- no ha escatimado esfuerzos, pese a la coyuntura político-administrativa que implicó la etapa de transición de las directrices municipales. Superado tal situación se han delineado los objetivos básicos de la fiesta para el presente año.

El Yamor es elemento identitario esencial de las y los otavaleños; bálsamo que inspira querencia natal, vino ocre -en palabras de Enrique Garcés- que contagia de afecto y reencuentro comarcano, bebida tutelar de raicillas incásicas, producto natural que le convierte al maíz en resultante de alimento, ritual y sincretismo cultural. Precisamente, esta festividad nos permite repensar en lo que somos, en nuestra fortaleza sintetizada en un lenguaje semiótico diverso, en las formas disímiles del comportamiento humano, que en nuestra llacta tiene el afloro de la interculturalidad.

Dicha celebración -que se desarrolla del 4 al 13 de septiembre- cuenta con el auspicio y apoyo de los gobiernos: municipal, provincial y nacional, empresa privada, sectores productivos, barriales, sociales, culturales, deportivos y de socorro de nuestra ciudad, Cámaras de Comercio y de la Pequeña Industria. Asimismo, Jorge Perugachy, es el autor de la obra que ilumina el afiche promocional; expresión de alto contenido artístico que ratifica la profunda sabiduría y creatividad existente en nuestro lar natal.

La presencia masiva de la ciudadanía a las diferentes actividades incluidas en la programación general corrobora la huella indeleble de otavaleñidad y, el reconocimiento anual ante el advenimiento de la cosecha. Bendita sea nuestra tierra propia.


Otavalo, septiembre del 2009

MIRARTE


Mirar…, mirarnos…, apreciar al otro yo, creer en el miramiento del ser humano, contemplar nuestros montes y lagos, observar nuestro entorno lúdico, en fin, respetarnos y aceptarnos como somos. Tal vez este juego de ideas generales sirvieron como punto de partida para la creación de un movimiento cultural: MIRARTE. Esta instancia nació hace una década atrás en el imaginario colectivo de jóvenes otavaleños ligados al quehacer artístico, con la idea de trabajar por la cultura desde el reconocimiento identitario. Para ello, la música, la plástica, las letras, el cine; fueron -y continúan con provecho- expandiéndose en la agenda institucional.

MIRARTE -la fundación intercultural- emprende una tarea investigativa sistemática de revitalización de la tradición oral destinada a las nuevas generaciones. Para lo cual, ha instrumentalizado productos didácticos y edu-comunicativos, junto con publicaciones y talleres de socialización. Tarea que se resume en un ambicioso proyecto denominado: “Jugando con el abuelo”; en donde se han recopilado cuentos, leyendas y recreado juegos tradicionales. Proyecto -éste- que obtuvo el Premio Nacional a la Educación Popular otorgado por la UNESCO. En este voluntariado cultural cabe resaltar a rastros y rostros… por ejemplo, a Gabriela Rivadeneira -nuestra kurikinga-; inteligente promotora que dinamiza este esfuerzo grupal. Así también, a Flormarina Montalvo; productora ejecutiva, pendiente de la consolidación de las propuestas enunciadas. Y, a Luis Flores; gestor del arte y, apasionado compositor de sueños.

La cultura -como dice Raúl Pérez Torres- es “una actitud viva, permanente, dialéctica, una llama que cada uno de nosotros soplamos para agitarla, para mantener su fuego”. Para los integrantes de MIRARTE, ese fuego ha sido elemento latente de aprendizaje y construcción colectiva.

Otavalo, febrero del 2009

SARA LA ESPANTAPÁJAROS



La Fundación Mirarte en el afán de consolidar un trabajo de revitalización de la tradición oral y los saberes andinos, a través de sus miembros (Gabriela Rivadeneira, Flormarina Montalvo y Luis Flores) y, junto con decenas de promotores, gestores y colaboradores, promueve una intensa actividad de difusión de las manifestaciones culturales. Ellos están convencidos a plenitud, que su aporte específico a la sociedad, tiene que estar dirigido, especialmente, a los jóvenes y a las niñas y niños, potenciando su inocencia vivencial y sinceridad reflexiva.

En tal contexto, Mirarte irrumpe con una propuesta cinematográfica que hoy se proyecta con luz y cartel propio: “Sara la espantapájaros”; desde la llacta, con elementos de la madre naturaleza, de la mitología ancestral, de la energía terrígena. Considerando dentro de la trama la visibilización de la cosmovisión andina.

Esta película infantil, cuyo director es el cineasta lojano Jorge Vivanco, se apropia en su eje conductor de historias imaginarias a partir de la reconsideración de la memoria colectiva. Con personajes peculiares como: la Chificha, Kurikinga, Taita Churo…Y, además, con un valor agregado: la banda sonora tiene el sello y la calidad del grupo de música indígena “Yarina”. Cabe resaltar que el elenco de actores y actrices -cosecha imbabureña-, sin una carga profesional, cumple desde el voluntariado, con el rol asignado.

“Sara la espantapájaros” trata de la inocencia del amor inicial, de los sueños inspirados en pájaros errantes, de la simpleza del entorno rural, del encanto paisajístico que emana de nuestra serranía ecuatoriana, de la magia narrativa conjugada desde lo inverosímil, de las costumbres y tradiciones del pueblo kichwa otavalo, de la relación íntima entre el hombre y la pachamama. Una información propicia navega en la página web: www.saralaespantapajaros.com.

Con este ambicioso proyecto audiovisual los integrantes de Mirarte extienden sus alas junto con “Sara la espantapájaros”, para surcar nuevos horizontes, conservando así, la llama encendida a favor de la cultura, es decir, a favor de la libertad y de la vida.

Otavalo, febrero del 2009

PRESENCIA EN OTAVALO



El ser humano por elemental sentido de convivencia ha recurrido a lo largo de la historia al diseño de vasos comunicantes que le permitan una fluida interrelación societal. Con el paso del tiempo, el hombre a través de su ingenio viene creando aparatos y sistemas electrónicos cada vez de mayor complejidad en el amplio universo tecnológico. Sin embargo, la fluidez comunicativa encuentra en los mass media a sus mejores aliados, esto es: radio, televisión, y prensa escrita. En tal sentido, los denominados medios de comunicación colectiva se consolidan en la medida en que la sociedad exige de ellos el adecuado flujo informativo.

Desde una mirada retrospectiva, en Otavalo circuló a inicios de los 80 del siglo pasado, el semanario PRESENCIA. Tras más de cuatro años de regular aparecimiento y bajo la dirección de Alfonso Cisneros Pareja este medio impreso dejó de circular en su primera etapa, que a la postre fue la de mayor trascendencia, por cuestiones de índole económico. En total, fueron 240 números distribuidos en nuestro lar natal, “…a través de una posición imparcial: criticando y observando lo que hay de malo, lo que tiene que hacerse en el cantón, lo que se ha ofrecido e incumplido luego, y asimismo, alentando y estimulando a seguir adelante a quienes han obrado con criterio cierto y cuando se ha trabajado con visión de futuro, con seriedad”. En una segunda fase, PRESENCIA apareció en el Valle del Amanecer, a mediados de los 90, con la tutela de Hernán Jaramillo Cisneros. No superaron los 50 ejemplares.

Sobre el aporte comunicacional del citado semanario, Fausto Jaramillo Yerovi publica el libro: “PRESENCIA – En las calles de Otavalo”. En este valioso estudio se resaltan los objetivos de este medio que desde su surgimiento tuvo la intencionalidad de “…estar íntimamente ligado a los intereses y anhelos de Otavalo”. En el editorial del primer número se enfatiza que PRESENCIA “estará alejado de demagogias y será vertical vocero de una sociedad que tiene que hacer mucho en la historia de su comunidad y de su país”.

Jaramillo Yerovi disecciona el contenido de este medio local, impreso en editorial “Gallocapitán”, a partir de la consideración del tiempo y espacio circundante en el mundo y el país y, del análisis comparativo de los postulados del informe Mc. Bride avalado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) -en donde se enfocaba el fenómeno comunicacional en el orbe y el aporte que el mismo brindaba “en el desarrollo de los pueblos”-, con aquella tarea periodística de marcada propensión a la querencia terrígena. El autor busca analogías con el material impreso en PRESENCIA y las características del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC) y el Libre Flujo de la Información.

En PRESENCIA hubo rasgos peculiares que distinguieron su existencia. Por ejemplo, el cuerpo de redactores (Plutarco Cisneros, Marcelo Valdospinos Rubio, Álvaro San Félix, Hernán Jaramillo Cisneros, Edwin Narváez, entre otros) estuvo íntimamente ligado al Instituto Otavaleño de Antropología (IOA).

La mayor parte de los colaboradores suscribió sus notas con pseudónimos: Melchor Cotama, Amauta, Ícaro, Raymundo, Curiñán…, y con nombres sugerentes en sus columnas: En Mitad de las Cosas, Puesto de Guardia, Mirador Local, Asteriscos de la Semana, Otavalo de Ayer... Ninguno de ellos ejercía el periodismo como profesión. El interés académico de este grupo de inquietos pensadores si bien giraba en las ciencias sociales, se concretaba en ramas como la Antropología, Sociología, Pedagogía. No obstante, la preocupación por el devenir otavaleño provocó la práctica periodística desde el razonamiento, el diálogo y el criterio reflexivo. Por lo tanto, PRESENCIA antes que un medio escrito noticioso fue un rotativo independiente de opinión y orientación, en donde se ejerció la libertad de pensamiento, expresión y prensa. La temática a tratarse giraba en aspectos de orden: social, político, económico, cultural, productivo, deportivo, recreativo; todo ello, desde el visor analítico en pos del mejoramiento de Otavalito, intentando siempre desechar posturas ideológicas e intereses particulares o de grupo y, cobijándose con la verdad de los hechos.

Fausto Jaramillo Yerovi considera que la “comunicación social es la herramienta que favorece el conocimiento entre diferentes y facilita el encuentro de soluciones compartidas a problemas comunes”. Esa fue parte de la tarea emprendida en las páginas de PRESENCIA; ser el vigilante crítico del progreso y adelanto de un pueblo en marcha: Otavalo.

Otavalo, enero del 2009

EL CHE EN TIEMPO DE REVOLUCIÓN



Su imagen es un ícono mundial, impregnada en una camiseta o altiva en el flameo de una bandera roja. Su talante histórico y actitud visionaria es un ejemplo irreverente de las generaciones nuevas. Su condición humana es un modelo de eticidad y compromiso social. Su praxis de la estrategia armada es una estela de audacia en medio del frío fusil y la hostilidad de la selva.

Su condición de rebelde íntegro es legado vital en la construcción de una sociedad distinta, incluyente y equitativa. Su estirpe de aventurero incansable es un emblema de tenacidad y constancia. Su hábito a la lectura desde la tarima solitaria es equivalencia de inteligencia y conocimiento. Su apego a la escritura, como manera de expresión comunicativa y estética, es testimonio de creatividad y perfeccionamiento intelectual. Su hálito guerrillero es generoso espíritu que moviliza por igual en la Sierra Maestra o en la montaña andina. Su profundo pensamiento socialista es una estela ideológica que va de la mano con la interpretación dialéctica del fenómeno socio-político y económico. Su lealtad y compañerismo es sinónimo de desprendimiento y huella indeleble en la solidaridad individual y colectiva. Su visión ecuménica en la lucha por la liberación de los pueblos oprimidos, es resultante del internacionalismo declarado en pos de la soberanía e independencia continental. Su dualidad argentino-cubana es consecuencia de su múltiple y diversa procedencia americana, alejada de fronteras inútiles.

Su extrema sencillez es cualidad de hombre sabio y maduro. Su amor a los suyos, tan intenso como el grito inicial del recién nacido o la lluvia en la tristeza de invierno, es elemento intrínseco de ternura y poesía. Su muerte es un cántico por la continuidad de la concepción transformadora, porque, pese al doloroso asesinato y vil ejecución de Ernesto Guevara de la Serna en Higueras (Bolivia) por tropas militares, en octubre de 1967, él continúa latente en el alma popular. Jamás lo acallaron. Y menos ahora, que el presente latinoamericano se renueva de cambio democrático.

Otavalo, octubre 7 del 2008

PINCELADAS DE JOSÉ BASTIDAS



No hay mayor privilegio para el ojo espectador, ni deleite para la mirada atenta del voyeur que la magia pictórica representada por el maestro José Bastidas: buceador incansable de miradas perennes impregnadas en seres apesadumbrados; diseñador de semblantes adormecidos por el devenir del tiempo; docente de técnicas rigurosas que rescatan el sentido del arte contemporáneo; viajero que socializa los signos y símbolos de la pacha mama.

José Bastidas, oriundo de Otavalo, es un artista consumado por las preocupaciones inmanentes al ser humano. Desde sus pinceladas lúdicas se aprecia una violenta cromática que impacta y asombra. Su temática proyecta a mariposas juguetonas, mujeres con largos cabellos y tristeza dilatada, criaturas amamantándose de la naturaleza, colibríes traviesos, peces multiplicándose a través de la miscelánea del color, parejas insatisfechas en el nido amatorio, rostros y rastros entretejidos entre la penumbra y el olvido. Bastidas tiene latente preocupación social y ecológica. Asimismo, no se desentiende de las interioridades de la mujer y de las intimidades del hombre. Es un pintor que a partir de la modernidad genera en el óleo una peculiar ridiculización de nuestra sociedad sumida en el anacronismo y la mezquindad. Para el efecto, combina una singular estética junto con la cotidiana realidad esparcida en la composición artística. Su reciente producción se muestra en el presente mes de mayo en sendos festivales de arte en Matogrosso-Brasil y, Bogotá-Colombia. Siempre marcando una huella desde su mirada multifacética, Bastidas cada día camina con pasos agigantados en el complejo universo de la plástica, anteponiendo la sencillez, seriedad profesional y constante nostalgia por el lar natal.

Otavalo, mayo 19 del 2008

ELOGIO A UN SER ESPECIAL



Madre: sinónimo de vida. Persona irreemplazable en la crianza de los párvulos. Su fortaleza y tesón revoluciona los días. Su esfuerzo ilumina nuevos horizontes. Su dedicación prodiga en seguridad hacia los suyos.

Madre: parnaso de ternura y ejemplo de persistencia. Desde la intimidad sobresale con su grito rebelde o su devoción femenina. Sus hijas son la razón primigenia de existencia. Sus hijos son la prolongación de anhelos renovados y proyectos benignos. A través de sus caricias forja la alegría familiar. Sus manos recogen la semilla de la bienaventuranza. Sus gestos son versos que se esparcen con el viento y se confunden en la alborada.

Madre: guerrera que amamanta sueños profundos en una sociedad heterogénea, prestidigitadora de valores intrínsecos, fecunda promotora de la libertad y el respeto común. Nueve meses anteceden a la experiencia maternal, entre la ilusión de los primeros quejidos y el insomnio como consecuencia de la continuación carnal.

Madre: huarmi forjada junto con la multiplicación de los siglos, expoliada por el maltrato masculino, agobiada en el instante de asumir roles diversos. Sus ojos contemplan hermosos amaneceres, su corazón esparce la fecundidad del amor perenne, su sonrisa contagia de alegría y convoca al regocijo. “Gracias en este día, y en todos los días, por la capacidad que me diste de recoger la belleza de la tierra como una agua que se recoge con los labios y también por la riqueza de dolor que puedo llevar sin morir en la hondura de mi corazón”, escribe Gabriela Mistral. A ti madre, te dedico mis poemas inconclusos, te ofrezco mi rabia y necedad absurda, te exhorto a caminar por senderos luminosos, te ruego a que me arrulles en la oscuridad que brota del dolor, te invoco a observar la lluvia y los montes que rodean mis dudas, te pido acariciar la nostalgia de aquellos recuerdos perdurables, te invito a cristalizar la dicha y abrazar juntos el porvenir.

Otavalo, mayo 10 del 2008

UN VISTAZO AL MAR



El mar tiene la sensación de la plena libertad. La brisa cobra fuerza junto al paso de gaviotas transeúntes. La gente se sumerge en sus incontenibles olas. Decide nadar sin rumbo fijo. Las aguas se alejan como las horas del pretérito y, se acercan como el vértigo que se antepone en el presente. “El mar es más/ que un paisaje,/ también es un sentimiento;/ es un corazón que late,/ negándose a seguir muerto”, canta Luis Eduardo Aute.

El mar convoca a la cavilación. Susurra con la melancolía. El hombre a través de la contemplación dialoga con su majestuosa omnipresencia. El horizonte se muestra inaccesible. El cielo se mancha de colores fuertes anunciando el colofón del día. Tras la caída de la tarde al fondo se observa una imagen de postal: el sol ocultándose en un acto provocador e impactante. “…la eternidad./ Es la mar unida/ con el sol”, escribe Jean Arthur Rimbaud.

La playa es el refugio perfecto después del naufragio. La arena se vuelve movediza, provocando la demora del caminante. El tiempo se detiene entre el calor y la humedad. Cuerpos desnudos se abrazan reivindicando el amor. La sensualidad y el erotismo se fusionan en historias interminables de seres anónimos huyendo del absurdo entorno contemporáneo. El mar tiene una directa relación con el amor; son dos cómplices que inducen al tormento sentimental. “El mar ha sido un pretexto tan recurrente, quizás por azul, por infinito, por provocarnos tanto miedo”, reflexiona Freddy Peñafiel Larrea.

En las orillas proliferan pescadores artesanales predispuestos a morir en esas perdurables aguas. Guerreros marinos desafiando a la naturaleza. Aventureros que bendicen a la vida a través de botes vetustos en los repentinos amaneceres. La fuerza oceánica se dibuja de azul, como los versos de Rubén Darío. En los manglares se reproducen raros animales de patas enrojecidas. La biodiversidad selvática se contrapone con la mezquina ambición humana. En los puertos se comercializan crustáceos comestibles, se intercambian diálogos que revelan frustraciones cotidianas y deseos mundanos, se entrecruzan miradas lujuriosas de ansia de carne y humedad nocturna. Las mujeres de esos maltrechos navieros esperan que sus parejas se dispongan mar-adentro, para configurar en realidad aquellas fantasías secretas, en donde las pasiones encubiertas fraguan el devenir de la decadente comarca. Los amantes clandestinos reproducen sueños en donde se escucha el golpe incesante de las aguas agrestes con gigantescas rocas detenidas desde épocas inmemoriales. “Tu cuerpo es un país donde las aguas/ salan la redondez de la mirada/ y hacen mar al mirar, encrespamiento,/ gota de amor al pan/ que en cada ola se renueva”, señala Miguel Donoso Pareja.

El piélago es la entelequia en donde el hombre guarda el dolor. Tiene en sus entrañas sabores agridulces; la sal que se impregna en la piel del prófugo citadino. También brinda felicidad cuando la soledad se ausenta del corazón y, por tanto, dos almas extraviadas se juntan entre el viento y la plenitud de la alborada. “Padre mar, ya sabemos/ cómo te llamas, todas/ las gaviotas reparten/ tu nombre en las arenas:/ ahora, pórtate bien”, poetiza Pablo Neruda.

Otavalo, abril 25 del 2008

LA INTERCULTURALIDAD



La interculturalidad es un tema de intenso debate desde la academia. Sin duda, este fenómeno socio-cultural tiene percepciones variadas según el ojo analítico. Este hecho que se entrelaza con la teoría y praxis cobra marcada vigencia en pueblos de hondo raigambre identitario y de convivencia heterogénea. En tal sentido, en nuestro entorno geográfico, la interculturalidad se plasma como una aspiración societal en el marco de una estrecha interrelación humana.

La interculturalidad es un espacio de inter-actuación étnica, alcanzando complementariedad en puntos coincidentes y tolerancia en aspectos divergentes. Es aceptar la mirada del otro. La vestimenta de la otra. La fiesta andina del indígena. La carga occidental del mestizo. El baile alegre y cadencioso del afro-ecuatoriano. Es fusionar con alto grado de madurez los elementos culturales que identifican a los múltiples grupos sociales. La interculturalidad, supera a la pluriculturalidad. Es una categoría con mayor desarrollo en la vorágine de la coexistencia interétnica. Reniega de la aculturación. Le apuesta al respeto por la otredad. Tiende al pluralismo. Ahonda el sentido de armonización colectiva. Abre el camino propicio para la igualdad social, considerando políticas de desarrollo en la perspectiva del mejoramiento en la calidad de vida de la gente. La interculturalidad permite la reflexión ante la latente carga histórica proveniente de momentos específicos en el tiempo y el espacio, como por ejemplo, la conquista y el dominio español. Ante ello, se devela que no hay culturas inferiores, ni superiores, sino diferentes, tal como señala el antropólogo Luis de la Torre. Precisamente, hacia ese postulado se dirige la interculturalidad; al reconocimiento de la multietnicidad en medio de un evolutivo sincretismo cultural.

Otavalo, febrero 14 del 2008

GUADALUPE: MUJER-SONRISA Y UTOPÍA



Haciendo alusión a la denodada lucha y persistencia del género femenino en la historia societal, el periodista Kintto Lucas cree que hay “Mujeres que, a pesar de nosotros, no perdieron la imaginación ni el sueño, y sobre todo, no perdieron esa vida que llevaban-llevan en sus miradas”. Una de ellas fue, sin duda, Guadalupe Larriva González; gaviota que se confunde entre el horizonte enrojecido al caer de la tarde y la brisa del mar.
Educadora y política cobijada de ideología socialista guardó coherencia entre su pensamiento y acción. En su intenso trajinar mantuvo la convicción de que a través de esta corriente política de izquierda, las ciudadanas y ciudadanos, tenemos la posibilidad de generar mejores condiciones de vida, contando para ello, con una adecuada redistribución de la riqueza -concentrada actualmente en pocas manos- , con el frontal combate a la corrupción, con la plena reactivación del aparato productivo, con una agresiva inversión en las áreas de la educación y la salud, con el respeto a la diversidad étnico-cultural, de género, y generacional, con la integración de los trabajadores, obreros, campesinos, indígenas, negros, maestros, intelectuales, pequeños y medianos industriales, empresarios con vocación nacionalista hacia el rediseño del ente estatal…, en síntesis y, en contraposición al indolente y oprobioso modelo neoliberal, el socialismo fue considerado para ella como la opción sistemática del cambio social.
Guadalupe, como mujer íntegra, sugería a las mujeres de nuestro país y el mundo lo siguiente: “Uno de nuestros objetivos -decía- como mujeres que tenemos la oportunidad de actuar en la esfera de lo político debe ser incentivar a que todas las mujeres se involucren en los procesos para alcanzar mayor representatividad y obtener una intensa participación en el desarrollo público y personal a través de nuevas formas de relaciones de poder”. Según Manuel Salgado Tamayo “las ideas no mueren, las ideas no se matan. Guadalupe Larriva González, era, sobre todo, una mujer de ideas profundas, una mujer en cuya mente brillaban los ideales más nobles de la humanidad: la justicia, el progreso, la libertad, la independencia, la autodeterminación, la integración latinoamericana, la globalización basada en la solidaridad y el amor entre los hombres y entre los pueblos”. Tras su trágico accidente aéreo ocurrido el 24 de enero del 2007 en Manta aún pervive el recuerdo de la primera mujer en dirigir a las diferentes ramas de la máxima institución uniformada del país. El poeta Jorge Carrera Andrade, refiriéndose a los que se van para siempre, escribe: “Otros, también, emprenderán el viaje sin retorno. Y su sitial quedará vacío, y ya no podremos abrazarles en el momento del triunfo”. Cierto es Guadalupe que ya no podremos abrazarte, pero sí nos quedará por siempre en el imaginario colectivo tu sonrisa inconfundible y tus ansias por alcanzar el mensaje del Che, o sea, la utopía de la construcción del “hombre nuevo, de la nueva sociedad”.

Otavalo, enero del 2008

“BRUTAL COMO EL RASGAR DE UN FÓSFORO”



Gustavo Garzón Guzmán desapareció en Quito el 10 de noviembre de 1990. Escritor formado en el taller literario de Miguel Donoso Pareja. Miembro del colectivo editorial de la revista “Mosca Zumba”. Asiduo colaborador de publicaciones dentro y fuera del país. Sus cuentos aparecieron en antologías y obras colectivas. Trabajó en Ecuatoriana como técnico de aviación. Esto le permitió desplazarse al extranjero. Sin embargo, lo despidieron de dicha empresa por el texto narrativo: “Mijito Maarrr”; “una crítica al maltrato de los militares a los reclutas”, según Mariana Neira. También laboró en la Casa de la Cultura. Aunque se licenció en Estadística y Banca en la Universidad Central, su esencial oficio fue la escritura. Por ello, preparaba la tesis para un doctorado en Letras en la Universidad Católica. Éste y otros planes se truncaron a partir de esta misteriosa ausencia. Familiares y amigos lo describen como un ser inteligente, solidario y, comprometido con las causas sociales. Garzón fue detenido en agosto de 1989, tras ser acusado de una supuesta tenencia ilegal de armas y de integrar “Montoneras Patria Libre”. En el Centro de Detención Provisional (CDP) lo torturaron agentes de la Fuerza Pública varios días consecutivos y, luego, lo trasladaron al ex-penal García Moreno. Obtuvo la liberación en septiembre de 1990. El nexo con grupos subversivos, al parecer, hizo que el aparato represivo estatal de esa época lo tenga en la mira, incluso, dos meses después de salir de la cárcel. Este caso -como el de muchos otros- quedó en la impunidad y, en los recovecos de un inoperante y lento sistema de justicia. Es algo “brutal como el rasgar de un fósforo”, parafraseando el título de uno de sus libros.

Luego de 17 años de desconocer su paradero, su sombra aún recorre las calles del bohemio barrio La Mariscal rumbo a San Juan, entre personajes noctámbulos, el humo del cigarrillo y el ritmo del jazz.

Otavalo, diciembre 16 del 2007

DOS PÁJAROS CANTORES



Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina le cantan a “aquellas pequeñas cosas” -no por ello menos sustanciales- que confluyen entre el amor y el desamor, la duda y la certeza, el límite y el exceso, el blanco y el negro. Su propuesta artística es un grito ferviente a favor de la vida. Sus estrofas recogen cotidianidades; ausentes de cursilerías pretenden a través del verso brindar al público razones lúcidas y lúdicas para enfrentar los tormentos e inmundicias existenciales. Este par de cantautores españoles a través de su oficio se acercan al hombre; con todas sus debilidades y vicios, con todas sus fortalezas y bondades. Este par de trovadores contemporáneos le hacen un guiño a la mujer; musa para la tentación y la desnudez. Enamorados de Latinoamérica tienen en sus interioridades hechos semejantes como el exilio, la posición política de izquierda, la fiebre de la música y la pasión por la poesía. Serrat reivindicó al catalán, Sabina puso una bomba molotov en una entidad bancaria. El primero le dedicó una canción al Mediterráneo y a “esos locos bajitos” y, musicalizó letras de Antonio Machado, Miguel Hernández, Mario Benedetti…, el segundo es hincha del Atlético de Madrid, bohemio abrazado de la madrugada y el “ruido de tacones lejanos” y, lector incansable de José Hierro, Marcel Proust, James Joyce… Juntos estuvieron hace poco en un concierto en el coliseo “Rumiñahui” en Quito. “Dos pájaros de un tiro”: espectáculo para recordar más allá del amanecer, “mientras un servidor/ le levanta la falda a la luna”.

Otavalo, noviembre 27 del 2007

MARTÍ: GERMEN DE REBELDÍA, PATRIOTISMO Y SENSIBILIDAD POÉTICA



“El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor,
sino de qué lado está el deber”

J.M.


José Julián Martí Pérez (Cuba, 1853-1895), es un referente de la libertad, lucha social y desprendimiento humano. Su trayectoria vital ajustada a la búsqueda por la igualdad de los hombres y mujeres y, por la autodeterminación de los pueblos, se convierte en la actualidad en un ejemplo de indeclinable ética del patriotismo.

Desde temprana edad tuvo preocupaciones relacionadas con el quehacer político de su país, el mismo que se regía bajo la tutela colonialista de España. Su origen humilde no fue un obstáculo para adentrarse al estudio y al conocimiento de la realidad latinoamericana y mundial. En ese aspecto, la guía de su maestro Rafael María Mendive fue determinante. Fue con él que aprendió las corrientes del pensamiento que imperaban en la época, al interior de las aulas de la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones de La Habana.

La idea de librarse del yugo español fue tomando cuerpo de tal manera que junto a varias amistades (Fermín y Eusebio Valdéz Domínguez, Manuel Sellén, Santiago Balvín…) empezaron de manera aún incipiente a discutir sobre tan anhelada meta. Antes de cumplir 18 años fue encarcelado en un acto calificado por el poder monárquico como delito de “infidencia, por una carta suya condenando la actitud de un condiscípulo que ingresó en el ejército español”, según narra Alejandro Querejeta. Tal apresamiento, que inicialmente tuvo sentencia de seis años con trabajos forzados fue luego -por insistencia familiar- reemplazado con la deportación a España. Este episodio fue determinante para Martí, porque tal destierro le permitió ahondar en su iniciativa de liberación a favor del pueblo cubano. De manera paralela continuó con su inagotable preocupación intelectual. Cursó estudios de Derecho, Filosofía y Letras. Conoció de cerca a pensadores de la talla de Víctor Hugo, en vista de que recorrió parte de Europa. En su estancia en España afinó su concepción de la democracia y la teorización política, a la par que se vio multiplicada su producción literaria y periodística, haciendo suya la cita de Theodor Adorno: “En el exilio la única casa es la escritura”. En 1874 retornó al continente americano. México, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos, Haití, Jamaica, Costa Rica, Panamá, fueron naciones en donde Martí continuó incubando una posición ideológica que le acercaba a las armas y, por lo tanto, a la necesaria construcción revolucionaria en la isla cubana. En el país azteca se reencontró con su familia. Contrajo matrimonio en 1877, con Carmen Zayas Bazán. De ella escribe los siguientes versos: “Es tan bella mi Carmen, es tan bella, / que si el cielo la atmósfera vacía/ dejase de su luz, dice una estrella/ que en el alma de Carmen la hallaría”. La pareja se divorció en 1891, por discrepancias de Zayas ante la incesante actividad política y cultural de su esposo fuera del hogar. Cabe señalar que Manuel Mercado fue amigo personal de Martí, con quien sostuvo una reveladora correspondencia.

Según Juan Paz y Miño “Tres ideas entrelazadas formaron la esencia del pensamiento martiano: la libertad de Cuba, el sentido latinoamericanista de la revolución y el anhelo por evitar que un nuevo colonialismo se extienda sobre los países de la región”.

De aquello se desprende que Martí fue un íntegro patriota, un gestor visionario de la inclusión latinoamericana y, un ferviente militante antiimperialista. Así como en su momento el libertador Simón Bolívar advirtió respecto del afán expansionista y de dominación geopolítica proveniente desde Norteamérica, Martí en una epístola a Mercado, en el epílogo de su vida, grafica similar percepción: “…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por la patria y por mi deber -puesto que lo entiendo tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso…”.

Su amor a Cuba impresiona. Fue un hombre que cultivó a través de las letras la pasión por la patria y, por intermedio del fusil la emancipación de los pueblos. Ese sentimiento terrígeno y de defensa a la tierra natal se reflejó en su escritura, aún a costa de cierta beligerancia: “El amor, madre, a la patria/ no es el amor ridículo a la tierra / ni a la yerba que pisan nuestras plantas: / es el odio invencible a quien la oprime, / es el rencor eterno a quien la ataca”. De manera constante sea en verso o en prosa reflexionó alrededor del tema citado: “La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella”.

Fue autor de varios libros, entre los que sobresalen: “El presidio político en Cuba”, “La república española ante la revolución cubana”, “Diarios de Campaña”, “Nuestra América”, “Ismaelillo”, “Versos Sencillos”, “Versos Libres”. Supo canalizar una propuesta múltiple a través de diferentes géneros literarios, en donde se imprime la huella de la corriente modernista. No obstante de su intenso y prolífico aporte en el campo bibliográfico, siempre estuvo pendiente de la organización político-revolucionaria. Por ello, fundó en abril de 1892 el Partido Revolucionario Cubano. Su decidida actitud combatiente se reflejó en la guerra de 1895; año de su deceso en pleno combate en Dos Ríos, al oriente cubano, “de cara al sol” como él anunció en sus “Versos Sencillos”. Recién en 1898 se concretó el fin del colonialismo español en la Isla, aunque, paradójicamente, con la intromisión de tropas norteamericanas y, por ende, de un nuevo sistema de coloniaje. Luego de aproximadamente cuatro años Cuba alcanzó un relativo nivel de independencia. El legado de insurrección, rigurosidad académica, preocupación ideológico-política, y sensibilidad poética impuesto por “El Apóstol” sigue incólume en el tiempo y, desde luego, se mantendrá vigente de forma imperecedera por medio de las páginas de la historia: “Yo soy un hombre sincero / de donde crece la palma, / y antes de morirme quiero / echar mis versos del alma. / Con los pobres de la tierra / quiero yo mi suerte echar: / el arroyo de la sierra / me complace más que el mar”.

Otavalo, octubre del 2007

CLAVES DE UNA POESÍA FRESCA ABRIGADA CON LOS RAYOS DEL SOL



La poesía sintetiza la cotidianidad del tejedor de ilusiones, de la vendedora de rosas en el infortunio de la calle, de las guerras que confirman la estupidez humana, de la humedad que brota de la piel de los amantes, de los juegos infantiles divirtiendo a la vecindad del barrio populoso, de la psicosis del hombre, de la sensualidad de la mujer…, para lo cual el creador usa y abusa imágenes atrayentes que se funden en el papel en blanco. La poesía es vida y tormento. Placer y tortura. Ternura y dolor. La poesía refleja la capacidad intelectiva del ser humano, a partir de la búsqueda incesante de la estética en la palabra escrita. La poesía es artilugio de la prostituta madrugada y estratagema en la batalla inútil del amor.

Gabriela Ponce es una joven poeta que se regocija con el verbo, y se aprisiona con el verso. Oriunda de Otavalo -ciudad en donde se “teje quimeras/ …de trueque/ de quebradas minerales y cascadas”-, Gabriela es una persona obsesionada por la descripción de las horas perdidas entre miradas furtivas y cigarrillos encendidos. Gabriela es dueña de un discurso poético que le acerca a la preocupación social y al grito rebelde en contra del oprobio y la expoliación. “A quién le debo/ la segregación de mi hermano/ la xenofobia de mi raza/ la piel canela que me abraza/ quien me heredó tanta burocracia/ A quién debo/ si lo he pagado todo/ A quién presto/ si nací endeudada”. Su estilo irónico, a ratos se contagia con la denuncia, frente al monopolio económico, político, comercial, mediático… “La sangre vende/ al igual que los buenos culos/ si no provocan llanto/ por lo menos lograrán/ el eureka de más de un impotente/… Plebiscito mundial,/ afuera Bush maniático mental,/ una patada en el culo a la Política Internacional”.

Poesía fresca cuyo componente fuerte se advierte en el abrazo de los cuerpos sedientos de vino y nocturnidad. Por ello, la entrepierna se confunde con las sábanas y el calor de la pareja que se separa con la fugacidad del tiempo, tras el silbido de los pájaros, luego del invierno. “Dos cuerpos se juntan/ en ceremonia nocturna/ El sudor baña las sombras/ entre cánticos profanos/ La cópula es santificada/ con bendición de dioses y demonios”. El recuerdo se interpone como una melancólica sinfonía de anécdotas y vivencias, en medio del llanto y el insomnio, de la crueldad y la imparable lluvia. Gabriela emana el karma de la luna dibujada con resplandor en el cielo, de los abuelos que nos legaron sabios consejos, del pueblo sarance aferrado a los colores múltiples, las alpargatas y los ponchos, del barrio caliente y tradicional, de los amigos de siempre, de las mariposas y las montañas que nos rodean como dioses custodiando la nada.

“Clave de Sol” (UTN, 2007) titula la nueva obra de Gabriela. Varios poemas recoge este sencillo texto, el mismo que delata la pasión de la autora por el hecho literario. “El poema me agarra, me escapo,/ el poema me persigue, me mutila,/ a pesar de todo sigo viva”.

“Clave de Sol”; ritual de las ideas íntimas, morada de la compasión, cueva en donde reposan los demiurgos eternos, invocación etérea del adiós, extravío de los pensamientos, descripción de la manzana mordida al inicio del acto sexual, figura musical de fortaleza auditiva, sombra de una época de paradojas y ríos nauseabundos, bosquejo poético que se cobija con lo profano y el pacer, pacto con Ícaro sin alas…

Gabriela Ponce, poetisa de rumores y sacrilegios, de lágrimas y pinceladas, de viajes y amaneceres… “Ella danza al final de la palabra/ ella danza en el último filo del mundo/ ella llora en la última roca de un volcán/ ella coge el filo de la luna y canta”.

Otavalo, marzo 21 del 2007

Fisgoneando la obra de Gualsaquí



La propuesta pictórica de Whitman Gualsaquí Sasi (Otavalo, 1960) se entrelaza en imágenes de huarmis tiernas y entes anónimos; engendros en medio de flores, frutas y luna llena; género femenino resumido en siluetas especiales, propias de la esbeltez y belleza de la carne en la plenitud del día.

Que duda cabe al afirmar que la pintura no es más que un proceso de catarsis del artista frente al lienzo, sumergido en un torrente de angustia, desaliento y llanto, pero al mismo tiempo, en una búsqueda incesante por encontrar la luz al final del túnel. Nuestros pintores tienen la ventaja de convivir en un entorno lleno de un realismo fantástico, desde donde surgen personajes inverosímiles y hechos insólitos. Esto, como parte de una idiosincrasia que reafirma la estirpe andina, entre montañas y lagos, entre la solidaridad de la gente y la tranquilidad del campo, entre rituales ancestrales de los pueblos nativos y las habilidades artesanales innatas.

Gualsaquí, arrastra por su origen geográfico, una marcada huella otavaleña; entendida ésta, en la identidad de dicho lugar milenario, la misma que es recogida en sus cuadros, y, transmutada en trazos, considerando la relación interétnica y los elementos constitutivos de una sociedad compleja por su heterogeneidad cultural; cuyos principales actores: mestizos e indígenas, asimilan sumergidos en la modernidad, y, paradójicamente, en el subdesarrollo, la constante evolución societal. En el lienzo sobresale el desdibujo, contando para el efecto con la diversidad humana en una construcción de vasos comunicantes que giran entre la sensibilidad y el silencio. Ese silencio que es parte fundamental en el taller de trabajo del pintor; sitio vital en donde se fragua a partir del color, figuras atrayentes confundidas con los frutos que brotan de la madre tierra, con pájaros cantores quienes mágicamente se inmovilizan en el dibujo.

Ternura: esa es la palabra ideal para resumir la idea artística de Whitman, para lo cual la feminidad se enmarca con melancolía, y, paralelamente, con una alta dosis de erotismo, reflejada en las medias de seda resplandeciendo en las largas piernas, como acto inicial de un interminable juego macabro que trastoca las sábanas, sin importar el frío de la nocturnidad.

Según Ernesto Sábato, el arte “es la manera de ver el mundo de una sensibilidad intensa y curiosa, manera que es propia de cada uno de sus creadores, e intransferible”. La visión artística de Gualsaquí le acerca a los innumerables rostros de mujeres, en la negritud, en la indianidad, en el mestizaje; con los ojos abiertos para evitar el asecho carroñero de una sociedad que goza de la impunidad y el absurdo, así, como también, con los ojos cerrados para detener al tiempo, y soñar con las historias de amor más entrañables en los lugares de riqueza paisajística y bondad natural, que sólo la creación humana es capaz de bosquejarla. La plenitud femenina se destaca en miradas infantiles con una inmejorable dosis de ingenuidad, y, también, de tristeza, tal vez, por los padres ausentes, por los amigos furtivos, por las aulas inexistentes, por los juegos inconstantes, por la falta de un plato de comida, por el dolor que se siente al caminar con los pies delcazos, por la dureza de los corazones impuesta en la barriada pobre ante necesidades y anhelos perdidos junto con el engaño y la explotación.

El mismo Sábato cree que “el artista es en general un ser disconforme y antagónico, y porque en buena medida es precisamente su desafecto a la realidad que le ha tocado vivir lo que lo lleva a crear otra realidad en su arte”. Por ello, tal vez, Whitman pese a estar radicado en la Capital de la República, busca instantes de escape del bullicio y el vértigo, retornando a la provincia azul en donde reposan deidades y viejas historias; fuente incontenible de arte y sosiego. Huye de esa realidad individualista, para construir en la tela su propia realidad.

El lenguaje expresionista de Gualsaquí, cuyo interés por el arte proviene del legado familiar, se divulga a través de incontables siluetas con colores múltiples que nos infunden alegría, aunque en el fondo se imponga la reflexión ante la sugerente tristeza del ser humano. Whitman Gualsaquí me acerca por su nombre al poeta Walt Whitman, y a aquel verso que define a “…un hombre que riega las raíces de todo lo que crece”.

Otavalo, marzo 2 del 2007