jueves, 25 de agosto de 2011

TIBÁN O LO BURDO DE LA POLÍTICA


La práctica política en nuestro país carece de decencia, de vergüenza propia. Sus actores irrumpen desde lo grotesco. El noble concepto de esta actividad se ve opacado con determinados afanes grupales. La ideologización pasa a un segundo plano; no importa ser de izquierda y pactar con la derecha si esto permite canonjías y visibilización mediática. Asimismo, no hay inconveniente que esa misma derecha alcance acuerdos coyunturales con izquierdistas ortodoxos. Aunque lo descrito parecería contradictorio, esa es la paradójica realidad por la cual se mueven ciertos sectores de la política criolla.

Sin la intención de generalizar, la mayor parte de la clase política ecuatoriana deshonra el designio popular. La escasez de ideas es evidente. El contenido discursivo es superficial y trillado. Queda la impresión de que más vale quien tiene voz altisonante y mensaje ligero. Cuando nuestros políticos/as arengan a la ciudadanía subsiste la duda y, lo que es peor, el sentimiento de indignación, en tanto se percibe la subestimación y el engaño a la gente. A la hora de considerar a nuestros políticos/as la memoria alimenta aquellos episodios que resumen la reciente historia nacional, en donde los intereses particulares fueron en detrimento del anhelo de bienestar colectivo. Y, a más de los hechos desagradables, esa misma historia nos recuerda nombres y apellidos: los Bucaram, los Alarcón, los Mahuad, los Gutiérrez, en plural, ya que alrededor de estos sombríos personajes estuvieron -están- una camada de indeseables politicastros que perviven en la burocracia gubernativa, a partir de la zalamería; ellos son quienes malentienden la lealtad con esbirrismo.

En ese contexto, la política huele a putrefacto, emana olores nauseabundos, sirve de escarnio para los villanos.

Lourdes Tibán, asambleísta de Pachakutik, es un ejemplo de lo burdo de la política. Del neopopulismo en su máxima expresión. Es el resultado de un híbrido de etnocentrismo trasnochado con marcados afanes de protagonismo personal. Es el enunciado de la insolencia y la intolerancia. Es la caja de resonancia de la derecha reencauchada. De ninguna manera representa al legado del movimiento indígena. Mucho menos a una visión progresista. Ella refleja la folklorización de nuestra política tercermundista.

Extraído de Diario El Telégrafo, julio 06 del 2011

1 comentario:

  1. Querido Fernando:

    Gracias por enviarme tu artículo...está bastante bueno, estoy de acuerdo casi con todo, salvo por el hecho de que los izquierdistas que pactan con la derecha, no creo que sean realmente izquierdistas, son como dice el refrán popular "lobos vestidos de oveja", dicen ser izquierdistas, pero yo que les conozco de cuerpo entwero a muchos de ellos y que les he visto sin la máscara política de izquierda, te puedo asegurar que su cosmovisión del mundo es absolutamente derechosa con todas las taras que eso significa: machistas, dogmátiocos, faltos absolutos de autocr´pitica, etnocéntricos, antimarxistas y por ende con un pensamiento alineado más en la lógica formal que en la dialéctica, acomodaticios, oportunistas, buscan con afán desmedido el lucimiento y el lucro personal, insensibles ante las manifestaciones del arte popular y contestatario...en fin...una cosa es lo que dicen ser y otra real lo que realmente son. Como dice un evangelio..."por sus actos los conocereis" y sus actos son, quitándoles las pancartas, absolutamente reaccionarios y opouestos a la marcha de la historia. Pero lo demás que dices está bien, especialmente lo de la Talibán sobre quien pesa incluso la duda de que tenga que ver con la CIA, lo que, de ser así, no me extrañaría...recuerda que los partidos y movimientos indígenistas e indígenas (etnocéntricos al revés) fuerion creados por la CIA y otras agencias de los EEUU en 1992, si no me equivico, después del Congreso Mundial de Pueblos Indios a propósito de las celebraciones de los 500 años, donde una de sus conclusiones capitales fue la de "luchar contra el socialismo y el comunismo internacional" ...deslegitimar la lucha de cñlases y montar en su lugar falsas contradicciones o en todo caso contradiucciones fragmentadas como la lucha feminista, la lucha ecologista, la de género, la de los movimientos urbanos como el de los fora/giles y for/ágiles, para capitalizar hacia la inocuosidad política las grandes inconformidades sociales...

    Abrazos

    Juan F Ruales

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