Este espacio contiene artículos de opinión y datos informativos sobre arte, cultura, identidad y análisis político. Aunque en esencia, se nutre de la semilla literaria que crece como la vida, y, a ratos, se ausenta como la muerte.
miércoles, 27 de octubre de 2010
BASTIDAS O LA MANO DADORA DE EXPRESIÓN
José Bastidas Narváez (Otavalo, 1960) es un hombre sencillo, de apariencia carismática, pequeño de estatura, pero inmenso de sentimientos nobles. Él transmuta a través de la paleta sueños propios y ajenos, transfigura en el óleo seres extraños que develan la crueldad humana, establece cánones a partir de hechos individuales que marcan huellas indelebles, sugiere signos que decantan la tragicomedia de una época maquillada de modernidad.
Artista con ese hálito característico de la sensibilidad, transita por los caminos insospechados del fenómeno pictórico. Le apuesta a los colores intensos, como la lluvia que reaparece con apremio en invierno. Él conoce de la solidaridad desde la infancia, por ello, su conducta se acerca a la preocupación social. Silencioso gira alrededor de la cátedra y el enunciado lúdico. Las horas noctámbulas sirven de temporalidad para el desarrollo creativo. Como un explorador nato, Bastidas insiste en la búsqueda de nuevas respuestas a esas añejas interrogantes filosóficas. Para Marco Antonio Rodríguez, el citado pintor elabora un discurso “que enseña una manera de ir estructurando sus composiciones, entre variantes y signologías, entre fondos y formas, como quien extrae la materia ambicionada de una cantera que está explotando con febrilidad y pasión”. Cantera en donde se acumulan determinados preceptos de vida; mujeres endemoniadas con el fragor de la tentación, hombres ensimismados ante la destrucción ambiental, figuras fantasmagóricas extraídas de mundos ajenos, criaturas grises atrapadas en la deteriorada fauna, en suma, actos cotidianos observados con sarcasmo e irreverencia.
De mirada transparente y risueña, Bastidas entreteje su propuesta creacional con humildad, sin desprenderse de la subjetividad que convierte a su obra en un vendaval de alto componente humano. Él trabaja ausente de elogios públicos, concentrándose en la amalgama de lo medular: el arte plástico. Cabe decir que su paso por el Colegio “Daniel Reyes” y la Universidad Central del Ecuador (Escuela de Educación Técnica, Facultad de Filosofía) coadyuvó en el afán del perfeccionamiento profesional. La crítica de arte, Inés Flores sentencia: “Sensible con el hombre del pueblo, el pintor hace sus personajes -trabajadores, músicos populares, señoritas del común, etc.- el objeto básico de su temática. Y trata cada uno de sus asuntos de modo espontáneo y directo, sin refinamientos ni preocupaciones esteticistas, con un dibujo fuerte, de rasgos estilizados y una paleta de colores intensos. Las veladuras en la obra de Bastidas contribuyen a matizar, los efectos cromáticos, en el contexto de una composición equilibrada y firme”.
Bastidas es un pintor con oficio definido, entre la lontananza de lo banal y el ansia de lo estético. Ha expuesto en varias ciudades de nuestro país. Así también, en España, Colombia, Venezuela, México, Costa Rica, Bolivia, Brasil, Suiza, Chile, Argentina, Bulgaria, Egipto. En el pasado mes de junio, el Museo de Arte de Queens, en Nueva York (Estados Unidos) abrió sus puertas para exhibir su reciente obra en una muestra con el título “Juegos Cromáticos”.
Este pintor abstrae lo insubstancial en la perspectiva elocuente de trascender con la pincelada precisa. Él posee la mano -o mejor dicho- las manos dadoras de expresión que a su vez redescubren a la hermosura.
Artículo publicado en el Telégrafo / 07 de julio del 2010 / pág.08
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