Este espacio contiene artículos de opinión y datos informativos sobre arte, cultura, identidad y análisis político. Aunque en esencia, se nutre de la semilla literaria que crece como la vida, y, a ratos, se ausenta como la muerte.
miércoles, 27 de octubre de 2010
COMUNICACIÓN ORGANIZACIONAL
Para abordar el tema expuesto es necesario referirme de manera general a la comunicación.
En tal sentido, podemos definir a la comunicación como un proceso interactivo con el cual el hombre transmite ideas, sensaciones, emociones, sentimientos hacia el resto del conjunto de la sociedad, sean una o más personas. En cierto modo la comunicación tiene el influjo de su entorno socio-cultural, de los sistemas: político y económico que van imponiéndose desde las estructuras de poder, del entorno sociológico y ambiental. Esa incidencia influye en la aplicación de los modelos comunicacionales.
Incluso me atrevería a sentenciar que las comunidades humanas poseen como eje esencial las relaciones interpersonales y, a partir de ese hecho cotidiano, pero no por eso menos relevante, los diferentes actores sociales construyen vínculos interactivos en escenarios indistintos, como el hogar, el aula, el barrio, el lugar de trabajo, el centro de diversión, el negocio privado, el ente estatal, etc.
Según Rodrigo Santillán Peralbo: “Solo cuando se establece una correlación recíproca entre significados que se intercambian se produce el proceso de comunicación. Si existe correspondencia entre los códigos (entendido que el código como término del acto comunicativo es el idioma, que obligadamente tiene que ser el mismo entre emisor y receptor, de lo contrario no habrá comunicación) del comunicador y del perceptor, el mensaje tiene grandes posibilidades de éxito; es decir, los referentes lingüísticos deben ser iguales entre emisor y receptor”.
En la interrelación del hombre con el fenómeno social, ha sido esencial la aplicación de un sistema comunicativo, a partir de mecanismos e instrumentos (lenguaje táctil, oral, visual, escrito, alfabeto, papiro, tinta, imprenta, papel, video, etc.) desarrollados por los integrantes de la colectividad, paralelo a las diferentes etapas histórico-culturales. A lo largo de la historia de la humanidad su evolución ha sido ciertamente vertiginosa. Hoy nos encontramos enfrentados a la vorágine de las tecnologías de la información y la comunicación.
Con tales antecedentes, la comunicación organizacional es el eje vinculante de la entidad o corporación entre sí con su comunidad cuya dinámica va configurando una verdadera cultura organizacional a través de la formulación de un plan estratégico.
Dicho aquello, la comunicación en la existencia corporativa se vuelve una necesidad elemental, ya sea, para que fluya una interconectividad entre los públicos internos, o, para que la relación entre la entidad y los públicos externos se convalide en la práctica cotidiana, desde una lógica que brinde respuestas con responsabilidad social, legitimando así, la vigencia y permanencia institucional en el imaginario colectivo.
Es lógico considerar que las instituciones a partir de sus políticas, metas y objetivos planteados pretendan -como mecanismo de posicionamiento- la proyección al conjunto de la comunidad a la que se deben. En gran medida, la razón de ser y de existir de los entes colegiados son los públicos. En la empresa privada: los clientes y consumidores; en la institucionalidad pública: los usuarios, beneficiarios, en suma, la ciudadanía. Como dice Germán Hennessey Noguera: “Si las organizaciones son colectivos humanos, la comunicación es una necesidad de las organizaciones. La comunicación debe ser una gestión no propiedad de una persona, sino apropiada por todas las personas; no excluyente, sino incluyente. Comunicación no debe ser una gestión externa a la gente, sino para la gente, con la gente y por la gente”.
Artículo publicado en El Telégrafo, 21 de julio del 2010, pág.08
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