miércoles, 28 de julio de 2010

SINDICALISMO OTAVALEÑO

Para referirnos a la organicidad del movimiento obrero otavaleño, hay que aludir obligatoriamente los orígenes de la Sociedad Artística, cuyo año de fundación data de 1909. Su aparecimiento institucional, como describe Álvaro San Félix “…fue calificado de relevante en la ciudad, en donde por primera vez el artesanado y el obrerismo locales se unían con fines de protección, educación y progreso”. La mayoría de socios-fundadores eran artesanos. Por ello, el nombre de la entidad. Desde luego, no se trató de concebir un cuerpo sindical como tal, pero sí, de aglutinar a un conglomerado humano con similares anhelos y preocupaciones, respecto del devenir social; en búsqueda de la justicia y la igualdad. En lo posterior, incluso, su propio local fue testigo de la consolidación del obrerismo citadino, ya que sus directivos facilitaban el espacio físico para que gremios nacientes de trabajadores se reúnan en sendas asambleas.

A más de la Sociedad Artística, se destacó la presencia de dinámicos sindicatos textiles de las fábricas San Pedro y La Joya. Estos fueron verdaderos centros de agitación y militancia, cuya finalidad fue exigir un mejor trato patronal. Para el efecto, se adoptaron medidas extremas como el uso del derecho a huelga y la toma de las inmediaciones fabriles, tal como lo detalló el diario de orientación socialista La Tierra, el 21 y 24 de octubre de 1934. En este periódico de tinte combativo se reflejaba “…el incumplimiento patronal de las leyes que protegen a la clase trabajadora… haciendo hincapié sobre los objetivos de los huelguistas y el derecho que tenían para exigir sus reclamos que no son otra cosa que mejores salarios, mejor trato, menos horas de trabajo…”. Eran tiempos en donde emergía por primera ocasión el fantasma político de José María Velasco Ibarra en la Presidencia de la República.

Es preciso sostener que en Otavalo entre 1924 y 1930 hubo una activa participación de la Liga de Cultura “José Vasconcelos”. Sus integrantes, la mayor parte, intelectuales de izquierda, directa o indirectamente mantuvieron relaciones fraternas con gremios de ascendencia popular y clasista. Esta situación propició el ambiente óptimo para la capacitación y pedagogía sindical.

En marzo de 1935 apareció el sindicato de zapateros “1º de mayo”, cuyo órgano de difusión se denominó Defensa Obrera. En la función de secretario general se desempeñaron, entre otros: Humberto Dávila, Manuel Guerra, Augusto Dávila F. En tanto, en 1947 emergió el Sindicato de Peluqueros.

En las décadas del 40 y 50 dichos sindicatos fueron auténticos fortines de discusión ideológica y praxis revolucionaria. En su seno acogieron las ideas progresistas de la época, en medio de intensos debates, la formación doctrinaria, el asesoramiento de dirigentes nacionales y pensadores socialistas y, la influencia de corrientes y hechos históricos que concitaron la atención en nuestro país y el orbe.

Era tal la incidencia sindical en Otavalo, que sus dirigentes y activistas apoyaron el surgimiento de estamentos similares en cantones vecinos como Antonio Ante, en la poderosa fábrica Imbabura (Industrial Algodonera). Coadyuvaron en ese propósito: Luis Enrique Cisneros, Alberto Suárez Dávila y César Vásquez Fuller.

Así lo refiere Rodrigo Villegas Domínguez: “Estos distinguidos otavaleños se trasladaron a la población de Atuntaqui y luego de sendas peroratas, lograron que más de doscientos trabajadores se agruparan en el primer Sindicato de Trabajadores de la Fábrica Textil ‘Imbabura’” (Historia de la Provincia de Imbabura, Centro de Ediciones Culturales de Imbabura, Ibarra, 1988).

Transcurrido el tiempo la organización sindical otavaleña desarrolló su incidencia en varias factorías y en la institucionalidad pública (hospital, municipio,…) a la vez que -a partir de los 90- fue contagiándose del debilitamiento, desmovilización y crisis de la estructura organizativa obrera expresada en el escenario nacional e internacional.

Artículo publicado en diario El Telégrafo, pág.08, mayo 09 del 2010

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