Desde los silencios necesarios, la poesía emerge
con el fulgor que demanda la hermosura escrita. El dolor y la furia del mundo
arremeten sin tregua alguna. Es el cúmulo de los hechos cotidianos que toman un
giro especial en la mirada del vate.
Por ello, la contemplación, no es un asunto
fortuito. Sino el resultado de la capacidad de asombro ante el orbe. La
fragilidad de las palabras deviene en
señal de aquella ternura que la humanidad ha extraviado en sus propios
tentáculos ante el ocaso civilizador.
La poesía explora la esencia del hombre; sus
demiurgos, sus temores, sus emociones, sus deseos inconfesables. La huella
lírica tiene aroma perpetuo. He ahí uno de los elementos fundamentales para
resaltar su vigencia en el tiempo y en el espacio.
Pero ¿cuál es la tarea que asume el poeta? Tal
vez la de un prestidigitador de las palabras, más allá del solaz de fin de
semana. Esto, es, el poeta se convierte en un denodado trabajador en pro de la
construcción de un discurso poético que plasme en imágenes los
cuestionamientos, sensaciones y afectos que gravitan en su entorno.
Juan Suárez Proaño, aborda el misterio de la
vida, a través de la profanación poética. Y, en ese encomiable intento, cosecha
un poemario cuyo nombre HACEN FALTA
PÁJAROS (El Ángel Editor, Quito, 2016), provoca en el lector(a) asombrosa
inquietud, en el pleno interés de acometer en su contenido.
Con luz de luciérnagas, los textos toman cuerpo
en la plenitud de la noche. Es el conjuro de lo indecible en boca del joven
poeta, o mejor dicho, en pluma con tinta abundante en manos de este hacedor de
ilusiones. La memoria es surco que sobrepasa los linderos del olvido: “Los hombres somos/ del lugar al que
pertenece nuestra memoria”.
Juan desnuda al verbo, con firme convicción ante
la riqueza de nuestro idioma castellano. Lo hace extasiado como el resplandor
del día o como la hogaza en la mesa del indigente en la quietud del domingo. El
optimismo es un anhelo relativo ante los intersticios revelados en la patria que
se desangra en línea imaginaria: “A fin
de cuentas/ el optimismo es una hoja seca/ una paloma en mitad de la plaza/ la
brisa de césped/ una posibilidad de saltar el muro/ por la mañana”.
El poeta confiesa desde su ventana: “Dicen que todo poema está hecho de polvo/
al igual que los hombres”. La invención literaria tiene alas abundantes que
recorren el anchuroso cielo con la intención de expandir el credo emancipador.
En la lícita recreación digo: “Seremos la lluvia que siempre fuimos, junto con el cántaro y la
tierra”.
En la expresión declarativa reaparecen calles
anónimas, lágrimas de intimidad y exilio, puertas envejecidas por la
indiferencia, pájaros diminutos y ausentes, ciudades sórdidas en la
reminiscencia de los días: “Mis manos han
aprendido a tocar el tiempo/ fuertes y sobrias como mis años/ con el mar/ con
las ganas estériles de la muerte/ con el río”.
La mujer idealizada también entreteje este
corpus poético, del cual, el autor, dice algo así, como: “Hacer el amor/ en la trinchera/ bajo la sombra/ de la guerra”. Y, desde luego, se alude a las heridas, a los
tormentos y a los olvidos que duelen en la médula del alma.
Poesía -la de Juan Suárez- que toca y estremece,
o sea, que perturba los sentidos. En el bello texto dedicado a Juan Gelman,
profesa su admiración a este inmenso y entrañable ser, que hizo de la
versificación su forma elocuente de existencia y resistencia diaria. Como
afirma nuestro Juan: “Te hicieron
agujeros en la carne: Juan./ Tumbas, que no fueron en el aire/ ni en el agua,/
tumbas cavadas en tus lágrimas/ en tus dedos envejecidos/ por el lento paso de
noviembre”.
En HACEN
FALTA PÁJAROS, se alude a la esperanza y a la efímera búsqueda de la
felicidad, sin embargo, de la tristeza y el llanto que provoca el desamor o el
trueno de las ojivas.
Destaco la prolijidad y composición de los
poemas: “Polvo”, “Del mundo”, “Del padre al tiempo”, “Gelman”, “Asombro”, “Buen
hombre” y “Sentidos”.
Que el extravío de las aves sea celebración
fecunda en la senda trazada por Juan Suárez. Que los poemas publicados
emprendan vuelo como caricia y beso eterno.