jueves, 14 de julio de 2011

Repensar desde la izquierda (I)

En estas páginas de opinión, Orlando Pérez, en tres entregas, hizo énfasis al rol de la izquierda ecuatoriana en esta etapa contemporánea. Desde la crítica y la autocrítica inmanente en todo adherente a un proyecto político progresista, el periodista efectuó una breve retrospectiva de las debilidades, taras y complejidades expresadas por esta corriente ideológica en las últimas décadas, en donde sigue latente el derrocamiento de los ex presidentes Abdalá Bucaram (1996), Jamil Mahuad (2000) y Lucio Gutiérrez (2005), todos ellos con un denominador común: gobiernos configurados a partir de la venia neoliberal y/o populismo entreguista a intereses de grupo y aperturistas a los designios del capitalismo.

De esta experiencia de movilización y resistencia popular, se desprende la casi nula respuesta de la dirigencia de izquierda para irrumpir con alternativas programáticas, en circunstancias históricas en la orientación política nacional, ejemplificando así, su desconexión con el país real.

Esa falta de sintonía puede explicarse a partir de la actitud divisionista de los partidos de dicha tendencia, por el desgaste de ciertas cúpulas dirigenciales, el agotamiento de la dinámica obrero-sindical, la falta de representatividad en el movimiento social, el desgaste en el contenido del mensaje retórico, el sectarismo a la hora de actuar en unidad, el desinterés en la innovación de las estructuras orgánicas y en la preparación de nuevos cuadros y liderazgos. Y la presencia de los pueblos y nacionalidades indígenas en la esfera pública, con agenda propia.

“Ser de izquierda obliga una demanda permanente por la profundización de la democracia en todas partes del mundo: mayor participación ciudadana, pluralidad, tolerancia, reconocimiento de los derechos de las minorías y ejercicio pleno de las libertades”, sentencia Pérez. Y eso es lo que a ratos ha carecido nuestra izquierda. Circunscrita a la participación electiva, en una democracia formal que no ha respondido a las grandes demandas ciudadanas.

De eso está contaminada la izquierda ecuatoriana; del juego del sufragio y de las campañas electorales; actividad que no sería reprochada sino fuera por su reduccionismo a la plataforma discursiva clientelar. Sin diferenciarse del resto de de la política tradicional. En el recuerdo colectivo está la intervención de agrupaciones de izquierda en la caduca práctica del reparto de espacios en la Cosa Pública, del cálculo partidario en el ex Congreso Nacional y donde tuvieron cuotas.

Diario El Telégrafo / Miércoles 06 de Abril del 2011

1 comentario:

  1. Estimado:
    Es más fácil ser de derecha que de izquierda, pues en el primer caso no hacen falta tantas explicaciones. El problema es cuando la emancipación y los procesos de libertad del ser humano encuentran espacios inéditos en sociedades diseñadas para la esclavitud y la explotación. Por tal razón, es normal o lógico que la izquierda se fragmente y se crispe, se equivoque y se tuerza por caminos equivocados, sigan derroteros de dogma disfrazados con nuevos ropajes y caiga en trampas esquemáticas de viejos modelos. Las izquierdas no pueden ser homogéneas y tienen que ser erráticas porque caminan por caminos nuevos. No estoy justificando equivocaciones que me molestan mucho, solo pongo un factor que por obvio se nos olvida. Yo creo que su principal problema es cuando no son revolucionarias, es decir cuando se encuentran alineadas a representantes de las peores causas o cuando por falta de realismo político no apoyan lo menos malo o cuando contagiados por el virus del estalinismo no están en el lugar adecuado para hacer un necesario frente común unitario. La falta de visión para incluir al otro es uno de sus principales históricos defectos porque en sentido general han sido muy sectarios; aunque proclaman siempre la
    unión hacen muy poco para eso. Los indígenas y los afrodescendientes son dos masas de latinoamericanos que deben ser protagonistas en cualquier proyecto de la izquierda en cualquier país de este continente; si eso no sucede, hay un error estratégico imperdonable en
    ellas.

    Abrazos,

    Juan Nicolás Padrón

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