jueves, 14 de julio de 2011

Repensar desde la izquierda (II)

La izquierda criolla se vio reducida a ocupar instancias de representación formal, en la última etapa del retorno democrático ecuatoriano. Sus estructuras han respondido a la avidez electorera. Sus cúpulas han gozado de los privilegios de la denominada partidocracia. En tanto, la acuciante realidad nacional -en donde las desigualdades se profundizaron- ha estado desatendida de la aspiración de cambio, en la óptica de un modelo de sociedad diferente: más humano y sensible a la alteridad.

Esa falta de respuesta coherente y notoria ambición fue mermando en su aceptación en los diversos estratos sociales. La izquierda estuvo por largo rato, huérfana de apoyo ciudadano, alejada de una convergencia con otros sectores afines. Incluso, en la práctica, pactaba con actores históricamente contradictorios (derecha, populismo).

Con lo dicho, nuestra izquierda tiene en este momento una brillante oportunidad de reivindicación de sus postulados, de oxigenación de su ideario, más aún cuando en Latinoamérica se desarrollan propuestas progresistas que marcan la diferencia en el quehacer político. En Venezuela, Bolivia, Brasil, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, se propugna un remozado concepto de izquierda, sin desconocer al marxismo como instrumento de interpretación dialéctica de la realidad circundante ni renegar del legado cubano y, con una mirada reflexiva ante la era post-soviética, tras la caída del Muro de Berlín (1989). Son las izquierdas del siglo XXI, cada una con marcadas identidades, realidades geográficas diferentes, escenarios sociales cambiantes, lapsos históricos determinados y corrientes propias (teología de la liberación, bolivarianismo). Desde tal dimensión ideológica, el Ecuador también se suma a esta especie de vorágine de transformación económica y política, en pro de la igualdad social, a partir de una propuesta gubernativa de avanzada.

La renovación de la izquierda, parte del cabal entendimiento de los cambios sustanciales que deben ejecutarse en las estructuras socio-económicas, para el efecto, es imperativo diseñar un modelo económico alternativo, en donde prevalezcan los principios de solidaridad, justicia y equidad, ahondando en un ejercicio democrático participativo e incluyente, propendiendo a la descentralización del poder y, rescatando los preceptos de ética, autodeterminación, soberanía, integración regional y diversidad étnico-cultural. Rasgos distintivos en toda tarea socialista.

Diario El Telégrafo / Miércoles 13 de Abril del 2011

2 comentarios:

  1. Estimado Aníbal Fernando:

    Las izquierdas latinoamericanas han cometido el error sistemático de copiar modelos de la extinta URSS, de China y de Cuba. Creo que cada país tiene que formular su propio modelo económico y social para la construcción del socialismo y considero además que ese modelo tiene que transformarse constantemente en virtud de que las identidades y aspiraciones del pueblo tienen un carácter dialéctico y no pocas veces lo que en un momento es reaccionario en otro puede ser revolucionario, y viceversa. En esto último Cuba también ha errado. Siempre he pensado de que el socialismo tiene varias cuentas pendientes, una de ellas es que tiene que ser más creativo para cada momento y situación histórica nueva, no puede ser populista como la derecha y tiene que marchar al lado de lo que piensa y actúa de verdad la gente y no autoengañarse con seudopropagandas. Además, desgraciadamente no produce más ni mejor que el capitalismo porque no tiene incorporado ese Hombre Nuevo de que hablara el Che; en sociedades construidas para la esclavitud y el servilismo, al proyectar un sistema emancipatorio sin coacciones, la producción pierde intensidad y calidad a pesar de una más justa distribución de la riqueza, eso es el lastre que tenemos de la biología. Por último, la otra asignatura pendiente es el tema de la libertad y la enajenación; mientras que el individuo y la sociedad no consiga sentirse más libre y más emancipado no puede movilizarse hacia una meta de felicidad superior. El socialismo es voluntario y para que sea mayoritario tiene que demostrar su atractivo, de lo contrario cualquiera prefiere otra cosas donde pudiera parecer que hay más felicidad. Por último, el socialismo no puede seguir apoyándose en los caudillos para ejecutar o aplicar su política, el sistema socialista tiene que resolver la preservación de la continuidad de sus conquistas mediante las estructuras de inclusión que garanticen una auténtica democracia participativa, con el propósito de que los liderazgos no constituyan exclusividades y los mecanismos para impulsarlos no le permitan convertirlos en pequeños dioses con omnipotencia absoluta. Cualquier sistema para que funcione tiene contrapartes y ellas no se pueden aniquilar. Abrazos,

    Juan Nicolás Padrón

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  2. Buenos artículos...no los había leído antes... no solo hay que repensar desde la izquierda, repensar y reactuar, como dicen ahora resemantizar las contradicciones, las estrategias, los métodos revolucionarios...sin embargo el papel de nosotros los poetas sigue siendo el mismo, hechar leña al fuego de la revolución...de una revolución que tiene que ir revolucionándose conceptualmente e ideológicamente...la dialéctica, no te olvides, es la negación de la negación, una elipsis continua...como decía el poeta Mao..."es importante cambiar...pero es más importante cambiar lo cambiado..."

    Felicitaciones Fernando y seguimos aullando

    Juan F Ruales

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