sábado, 19 de noviembre de 2011

La catarsis de un creador intenso (*)


Con un nombre sugerente Marco Terán expone sus sueños en la lona desafiante del hecho creativo, sin ambages, con toda la fuerza oculta que resuelve develar los ángeles y demonios que circundan en la intimidad del artista.

“Catarsis” define una explosión cromática y el estallido de los recuerdos arrumados por un buen tiempo en el baúl pleno de sentimientos entrecortados. Es la emanación de sensaciones internas purificando del pasado las vivencias que rehúyen emigrar de la frágil memoria. Es un acto de emancipación de la melancolía y del surgimiento lúcido de seres excepcionales pertenecientes a un imaginario peculiar. Es la exhibición de las ansiedades y angustias que perturban al hombre en su percepción más intrínseca de la vida. Es el grito de la voz acallada por viejos tabúes. Es la liberación espiritual a través del fantástico pincel. Es la búsqueda de nuevos territorios y la exploración de geografías ignotas. Es el impulso de las pasiones que obsesionan al ser humano en el desvarío de la negra noche, utilizando para el efecto la máscara de la felonía.

Marco Terán es un pintor quien por medio de un trabajo serio y obsesivo ha traspasado los límites de lo convencional y rutinario, de lo decorativo y baladí. Teniendo en cuenta que el arte plástico increpa a la fugacidad de la mera ilustración visual, la propuesta de Terán adquiere ribetes de trascendencia en el arduo oficio de la proyección pictórica.

“El arte bueno es siempre una síntesis dialéctica de lo real y de lo irreal, de la razón y de la imaginación”, sentencia Ernesto Sábato. Y, es, precisamente, en esa dualidad entre lo tangible y lo ficticio, en donde Marco Terán expresa todas sus virtudes desacralizando aquella dimensión exclusivamente terrenal. En sus cuadros, manchados de acrílico y de ideas vitales aparecen mujeres que pierden su candidez ante el espasmo de las miradas cómplices. Los cuerpos femeninos imprimen el sello de sensualidad y de excitante desnudez; aquellos senos que amamantan la perfidia masculina, se muestran en su plenitud.

Asimismo, la infancia se revela en los juegos iniciales y en las conversaciones interminables. En tanto, la naturaleza irrumpe con pedazos de luna en el firmamento. Los rostros se esconden tras antiguos antifaces. Las esquirlas apuntalan reiteradas ausencias en el escondrijo del inquisidor. Los amantes trastocan las tradiciones del Oriente Medio.

Los personajes de Terán surgen de relatos fantasmales que despiertan la curiosidad del espectador/a. A ello su suman dioses anónimos y doncellas de cabellos largos y alas dispuestas a surcar cielos desconocidos. Figuras especiales invaden sus pinturas en una búsqueda de los resquicios del pretérito.

Los violetas, dorados, verdes, se imponen como colores preferentes en la identidad de este artista que se desplaza entre la comunión de los días grises y la sorpresiva alusión a seres lejanos y extrañas maneras de aprehender el influjo artístico.

Que la catarsis de Marco Terán continúe como un torrente interminable entre la abstracción de los sentidos y la permanente búsqueda del yo verdadero.

(*) Texto leído en el acto de inauguración de la exposición pictórica "Catarsis", de Marco Terán, Sala Luis Toro Moreno de la Casa de la Cultura Ecuatoriana - Núcleo de Imbabura, Ibarra, noviembre 18 del 2011

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