miércoles, 16 de febrero de 2011

BARRERA: HOMBRE DE LETRAS Y APASIONADO AUTODIDACTA


Las ciudades consideradas pequeñas -como efecto, o mejor dicho defecto, del bicentralismo Quito-Guayaquil- guardan en su seno una riqueza identitaria que se observa en las costumbres y tradiciones, concepción arquitectónica, gusto gastronómico, práctica cotidiana, particular dialecto, apego a la veneración religiosa, dinámica emprendedora, actividad arraigada en los mercados, etc.

Así también, los imaginarios urbanos se cimentan en pilares construidos por mujeres y hombres que identifican con su estudio y constancia investigativa y creadora ciertos componentes que contribuyen al sentimiento de pertenencia del habitante frente a su ambiente citadino. Ese sentido de empoderamiento territorial, supera la condición física, ya que se incorporan elementos intangibles que configuran la integralidad de una cultura. Las artes, las letras, la manifestación que deviene del espíritu humano tienden a regocijar y estimular la vivencia del sujeto social.

Los personajes que se someten al juicio de la historia tienen plena conciencia de su aporte y trascendencia en el tiempo y en el espacio. Sin embargo, a veces, las páginas oficiales del pretérito construido desde visiones preteridas y excluyentes, no han revalorizado a actores que han fraguado el futuro, quienes percibieron el menosprecio de los grandes medios informativos y la marginación del poder político-económico. La condición provinciana influye a la hora de exaltar al hombre que vio el camino de la superación, irrumpiendo con talento propio en la academia, más aún cuando el irreparable paso de los años sentencia su agónico anonimato.

Por ello, es conveniente citar en líneas generales la valía de Isaac J. Barrera (1884-1970), prohombre otavaleño que propugnó una somera indagación sobre la literatura nacional y mundial. Fue un autodidacta interesado en revelar las inquietudes estéticas de la corriente modernista y de sus principales representantes. Para él “El Modernismo es una materia cósmica en evolución. Ha tomado de los mundos de lo bello lo más exquisito para formar un mundo ideal e inimitable”. Barrera asumió la mística de la enseñanza en las aulas, la prolijidad periodística desde la columna de opinión, la paciente revisión de los hechos pasados y del testimonio biográfico de íconos humanos. Miembro de instituciones de característica cultural, funcionario gubernamental, legislador y, en su esencia, escritor de pluma fina y precisa, por tanto, autor de una amplia variedad de textos. Su principal y voluminosa obra titula “Historia de la Literatura Ecuatoriana”. Alejandro Carrión, ante tan apasionante trajinar intelectual, afirmó que “Conviene situar exactamente el papel cumplido por Barrera en las letras ecuatorianas: es el de un suscitador incansable. Podríamos decir que para él las letras han sido su religión, el objeto único de su vida”. Personas de esta estirpe no deben someterse a la sombra del olvido y a la amnesia colectiva. Tienen que ser recordadas y reconocidas en su justa dimensión.

Diario El Telégrafo / 22-septiembre-2010 / pág.08

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