jueves, 24 de febrero de 2011

¿IZQUIERDA OPORTUNISTA?


El accionar gubernamental ecuatoriano genera reacciones, como consecuencia del inminente ejercicio público, en la esfera del poder político. No es ninguna novedad, que en determinados momentos o circunstancias de aquella tarea gubernativa, se antepongan criterios y posiciones, que deriven en la confrontación y pugna de intereses, cuyo signo distintivo, es la propia conducta humana, sometida, a ratos, a los desvaríos y entretejidos de los tentáculos del poder. Así ha quedado registrado a lo largo de las páginas de la historia oficial.

En el caso que nos atañe, el presidente Rafael Correa, hace poco, emitió fuertes epítetos en contra de sus ex-camaradas de la autodenominada Revolución Ciudadana. Esto, como consecuencia de la separación voluntaria de militantes y aliados cercanos al movimiento Alianza PAIS, tras su desacuerdo con el contenido de la Consulta Popular, impulsada por el primer mandatario (aunque habría que añadir e interpretar otras razones que motivaron tal decisión). Para Correa, este grupo de antiguos adherentes -hoy alejados de PAIS- son el resultado de una inocultable práctica proveniente de la “izquierda oportunista”. Ante tal descripción, vale efectuar algunas consideraciones.

El proyecto político configurado por PAIS, que supera los cuatro años de vigencia, ha conseguido importantes logros que lo identifican como una propuesta progresista en el marco de la revitalización de la izquierda ecuatoriana y latinoamericana. Aspectos esenciales para el progreso social, como la educación, salud, vialidad, telecomunicaciones, productividad, etc., permiten establecer una diferenciación con el tradicional enfoque político-económico que sumió -especialmente en las recientes décadas- a las estructuras estatales a una derechización perniciosa, en tanto, que las actuales políticas públicas, plantean una orientación de desarrollo alternativo, con principios y ejecutorias determinantes, como la solidaridad, soberanía, autodeterminación, integración regional, ataque a la corrupción, reducción de los niveles de pobreza, inclusión de sectores discapacitados, reconocimiento de la interculturalidad y plurinacionalidad, entre otros.

Es conveniente, entonces, diferenciar los alcances ideológicos de épocas pasadas, en donde los gobernantes de turno, le hicieron la venia al neoliberalismo, tanto, más, que en el presente, las directrices gubernamentales tienden a un marcado giro hacia la izquierda. Esto, conlleva a deducir que sus colaboradores tienen una formación política, definida en la tendencia anotada. Sin embargo, de la evidente presencia de dichos cuadros al interior del régimen, también, se han insertado ciertos personajes influyentes, que por ningún lado, se orientan a través de un acumulado ideológico de izquierda (por ejemplo: los Mera y Alvarado). Cabría entonces preguntarle al presidente de la República, a tono con su declaración y con la finalidad de que reconsidere un tamizado burocrático ¿quiénes son verdaderamente los oportunistas que confluyen en el proyecto de la Revolución Ciudadana?

Por otra parte, en la radicalización de la democracia, es saludable el disenso y el juicio razonado. A eso jamás hay que evadir, más aún, cuando un proyecto político se define de izquierda. Es necesario, por tanto, que al interior de PAIS se promuevan espacios horizontales de análisis, que permitan la crítica y la autocrítica, con aperturismo y madurez, en donde los primeros interpelantes sean los funcionarios gubernamentales y las autoridades designadas por voto popular; desde adentro, en donde se fragua la construcción de un proceso socialista moderno, de cara a las condiciones que genera el siglo XXI. Lo otro, es lo más fácil, evadir la responsabilidad histórica del militante, o del ciudadano comprometido con la patria, señalando la inconformidad y desertando del reto asumido. Actitud que pone en entredicho aquella mentada afinidad de izquierda. Lo que equivaldría a dilucidar la clásica interrogante: ¿somos, o no somos?


Diario El Telégrafo, febrero 23 del 2011, pág.08

3 comentarios:

  1. Mi estimado Aníbal Fernando:

    Estuve una semana de Feria del Libro en
    La Habana y otra semana en la Isla de la Juventud en varias actividades académicas y feriales, por eso no te había escrito. Me
    llama la atención este artículo tuyo, pues parece que la atmósfera política en Ecuador se está calentando. Te comento que oportunistas
    siempre hay de varios colores y posiciones, lo mismo en la izquierda que en la derecha, pues el oportunismo es una actitud de aprovechar
    las oportunidades en función de conveniencias privadas y no siguiendo una ética en el pensamiento y en las ideas. Toda revolución verdadera tiene siempre muchos oportunistas que se enganchan en el clima caòtico que genera cualquier proceso de cambio violento. Por otra parte, el mal de nuestras repúblicas, de necesitar al caudillo para impulsar el
    cambio, generan los desencuentros autoritarios en algún que otro momento, lo mismo con oportunistas y o con personas honestas que
    piensan diferente al caudillo. Es difícil a veces precisar estas contradicciones en la lucha que tiene que acometer una revolución que se defiende con enemigos poderosos pero que tiene que avanzar sobre la base de una real democracia participativa e inclusiva de todos los sectores populares. Centralización y descentralización, poder central
    para que las cosas se hagan o construcción del poder popular para continuarlas haciendo bien, son caminos de equilibrio y peligro. Yo no
    estoy informado con precisión de la situación política en Ecuador como para emitir un juicio responsable al efecto, lo que sí te puedo
    asegurar es que comparto lo que comentas sobre el gobierno de Rafael Correa, y al mismo tiempo también comparto vehementemente la necesidad
    de un diálogo, de la confrontación, de la diferencia y diversidad de opiniones que tengan buena voluntad, de la evaluación de criterios
    distintos, de la construcción de políticas compartidas con varios actores sociales, de la rectificación de errores cuando se producen,
    de la autocrítica constante desde el poder. Eso no demuestra debilidad, sino fortaleza y falta en nuestras autoritarias repúblicas que necesitan ir profundizando una segunda independencia con estos presupuestos. Abrazos,

    Juan Nicolás Padrón

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  2. Hola Fernando, le escribe José Revelo. Este artículo de opinión, es intersante, es un llamado a la reflexiòn y autocrítica al interior de este movimiento que hoy gobierna al país. Además considero que a nivel provincial (Imbabura) debe existir un análisis interno. ¿Quién es quién? no identifico, exite máscaras? intereses?. Para analizarlo.

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  3. Mi querido Fernando:

    Coincido plenamente contigo en todo lo que sostienes en este valeroso artículo, que espero no sea de los últimos que te permitan publicar.

    Un fuerte abrazo

    Pedro Saad

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