El maíz en la región norte del Ecuador tiene una connotación particular que supera el mero criterio alimenticio. Es la gramínea que da vida, que se cosecha del allpa mama luego de un ritual de reconocimiento a la fecundidad nativa. Es el fruto agrícola de veneración en los pueblos indígenas. Es el reconocimiento de la virilidad y la fortaleza de sus consumidores. Es la mazorca que se extiende en las tierras de raíces americanas. Es siembra, recolección y regocijo comunitario. Es la unidad de granos, en medio de la diversidad de colores, tamaños y dimensiones tutelares.
En Otavalo, derivado del maíz se consume en el mes de septiembre, la ancestral chicha del Yamor, que, a su vez, sirve de denominación para la fiesta implementada hace cerca de seis décadas atrás por el sector mestizo. Entonces, a partir del uso y apropiación del maíz, el Yamor fluye como elemento de fusión intercultural, de prodigio interétnico, en donde indígenas y mestizos aportan desde sus cosmovisiones para consolidar un proceso identitario, complejo, pero rico en antecedentes históricos, en productos culturales, en la activa y complementaria participación e interactuación social.
José Echeverría y Cristina Muñoz en el libro “Maíz: regalo de los dioses” (Colección Curiñan No.1, IOA, s/f, pág. 150) ilustran los orígenes y procesamiento del citado brebaje: “YAMOR proviene de yamor aca (yamor acha) nombre de la chicha que consumía, al parecer, únicamente el Ynga. ‘Parece que la voz aca (sin cedilla, corresponde a azua) de modo que yamor aca, sería: chicha yamor’ (Haro Alvear 1976:14) […] En Otavalo, se elabora esta chicha en base de ‘jora’ (maíz germinado), maíz blanco, maíz negro, chullpi, canguil, morocho blanco y amarillo, todos en iguales cantidades, secados al sol, tostados y molidos. Según Irene Paredes (1986:181), entre los ingredientes se incluye también el jauri (maíz quemado). Esta harina diluida en agua se lleva a ebullición durante dos a seis horas; se cierne y se hace fermentar en un tonel de madera. Para servirse, se añade azúcar o miel de panela. Esta chicha tiene la particularidad de producir en la superficie del líquido una capa aceitosa, llamada localmente ‘flor’. Esta bebida es muy típica por su sabor y por sus propiedades tonificantes y enervantes…”.
Actualmente, esta chicha se sirve junto con el llamativo plato típico (tortillas de papa, fritada, empanadas, mote, encurtido). Y, es en torno a su nombre que gira la celebración anual de raigambre nacional e internacional. Pero a más de ello, esta festividad, tiene una fuerte evocación religiosa, ya que se venera a la Virgen de Monserrat, Patrona de Otavalo, quien es la dadora de bendición y bondad. Esto, como resultado del legado español, que impuso la tarea evangelizadora en las comunidades originarias a través de los franciscanos, en la época colonial. En suma, una muestra de sincretismo cultural que se mantiene con el paso del tiempo y que ratifica la marcada identidad multicultural. Cada 08 de septiembre, Otavalo se inclina silencioso ante la divina imagen de la Virgen María para ofrendar sus plegarias y confirmar la honda fe de sus hijas e hijos, quienes de hinojos admiran el blanquecino rostro que motiva ternura y compasión eterna.
Diario El Telégrafo / 08-septiembre-2010 / pág.08
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