Este espacio contiene artículos de opinión y datos informativos sobre arte, cultura, identidad y análisis político. Aunque en esencia, se nutre de la semilla literaria que crece como la vida, y, a ratos, se ausenta como la muerte.
miércoles, 16 de febrero de 2011
PERIODISMO Y DOBLE MORAL
La ética es vital en el ejercicio periodístico. Es el motor con el cual se encauza su accionar junto con los preceptos informativos. Es elemento determinante que legitima la tarea reporteril. La eticidad en el periodismo garantiza en alto grado la autenticidad de los hechos descritos. El periodista transmite seguridad y confianza, en la medida en que su labor es creíble, esto, enmarcado en principios que nos acercan a la verdad de las cosas y las circunstancias. Con la ética, el evento coyuntural, trasciende en la práctica periodística a un plano de suceso cobijado de credibilidad y transparencia. El reportero tiene la labor de describir aquella cotidianidad sensible y esperanzadora, pero, también, compleja y tormentosa; tiene la responsabilidad de recordarnos los acontecimientos fidedignos, como una especie de historiador contemporáneo.
El buen periodista, como sugiere Ryszard Kapuscinski, tiene como único objetivo “[…] dar testimonio de aquello que nos rodea y mostrar la cantidad de peligros y esperanzas que encierra nuestra experiencia”. Para el efecto, conviene una preparación suficiente, que rebase el empirismo de épocas pasadas. Hoy transitamos por senderos vertiginosos de cambios en esferas del conocimiento y la tecnología (sociedad de la información). El periodista no puede rehuir de ese desafío que impulsa la modernidad, más aún cuando su condición innata es de un ente gregario. Sin embargo, de lo dicho, no se puede olvidar la cualidad básica de este fascinante oficio, que se circunscribe en la conducta y actitud ética del locutor de radio, presentador de televisión o redactor de un medio impreso.
La ética es el ingrediente intangible, pero no por eso menos trascendente, al que acude el periodista en el momento de elegir el tema noticioso, de preparar el cuestionario de preguntas para el entrevistado, de contrastar las fuentes investigativas, de equilibrar los sentimientos con las razones, en suma, la ética es el postulado profesional que el comunicador social llevará en sus hombros como una cualidad personal inmanente.
“El poder del periodista es grande porque entra en la conciencia con mayor influencia que la que puede tener un pastor cuando predica o un confesor cuando escucha los pecados de la gente”, sentencia Joseph Pulitzer. Esto significa que el trabajo comunicacional influye directa o indirectamente en la conciencia de las personas. De ahí que la honestidad con la que obre el periodista será fundamental en la veracidad que se extraiga del contexto indagatorio.
Con lo enunciado, es obvio concluir en que el periodista debe ser una persona de conducta íntegra no solo en el ámbito profesional, sino, también, en el plano personal. Se ha hecho referencia común aquello de que hay una sola ética y distintas morales. Pero, no cabe duda, que el periodista que se jacte de divulgador de la moralidad, debe poner en práctica tales valores, más allá de la fama, la comodidad y la arrogancia que pueden reflejar ciertos espacios de la pantalla chica o de la farándula mediática.
En otras palabras, hay que honrar las deudas y cumplir con las normas elementales que caracterizan a todo hombre de buena fe, sin siquiera menospreciar aquellos asuntos calificados de “caseros”.
El Telégrafo / 26-enero-2011 / pág.08
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Fernando:
ResponderEliminarComo siempre agradezco el que me haga llegar sus artículos, ellos muestran su pensamiento de hombre íntegro e ilusionado con la posibilidad de construir un mundo mejor que el que ahora tenemos. Eso lo engrandece y lo torna un soñador privilegiado.
Apenas para matizar sus ideas, le recuerdo ciertos ejemplos: fueron los periodistas de la "prensa corrupta" los que descubrieron y tomaron preso al asesino de Abdón Calderón Muñoz, cuando aun gobernaba la dictadura de los triunviros Poveda, Durán y Leoro.
Fueron los periodistas de la "prensa corrupta" los que que filmaron los desmanes de la policía contra los estudiantes del colegio Mejía y que lograron visualizar al oficial que disparó matando a uno de ellos.
Fueorn esos periodistas los que aun antes de la crisis financiera de finales del siglo pasado lograron desentrañar los vericuetos por los que transitaban los llamados "banqueros corruptos" Incluso se editó un libro de la Sra. Albán, quien lastimosamente falleció, que demuestra esta afirmación.
Como esos puedo contarle muchos casos. Pero también puedo contarle muchos que se ubican en la otra orilla, es decir, en la de la corrupción y la falta de ética.
Pero no crea que son los únicos sátrapas, también ahora en tiempos de la "revolución ciudadana" existen unos y otros. Hay quienes como usted, proceden de buena fé y creamelo, los aplaudo y los respeto, pero, por ejemplo, cuando ante ciertas denuncias, Paco Velasco, (mi alumno en la U. Central) responde con "te voy a romper la cara" me dice que sus ideales no coinciden con esa ética que ud. pregona. Esta tarde me crucé en la calle con Carlos Ochoa, que de estudiante becado por CIESPAL, vino a estudiar en Quito, en uno de los cursos en los que yo era su director y conozco de cerca lo que era su situación, ahora no me saludó porque estaba manejando una camioneta 4X4 de lujo, en una de las calles de Quito. Hace apenas 4 años era reportero de Teleamazonas con un sueldo de 750 dólares. Los hermanos Alvarado, fueron unos de los tantos publicistas de la campaña de Abdalá Bucaram y apenas si facturaban como para mantener una pequeña oficina en Guayaquil, con 5 empelados. Hoy, tras 4 años de esta revolución, tienen la más grande empresa publicitaria del país, con cerca de 120 empleados y facturan por millones de dólares. ¿Cree usted que algo ha cambiado?
El tema de la ética, lastimosamente, es un tema personal y familiar. Cuando desde pequeños hemos aprendido el valor de la honestidad, el valor de la honradez, las tentaciones nos resbalan, ahor ay siempre. Antes y ahora existen aquellos que chantajean y venden su conciencia al mejor postor. ESta es una de las razones por las que no creo en esta "revolución" que ha cambiado de nombre pero no de situaciones, de costumbres, de respeto y de honradez.
Perdone que me haya extendido, pero sus palabras amigables me halaron el deseo de contarle por qué temo tanto lo que realmente está pasando en el país.
Saludos cordiales y mi admiración a Ud., por sus ideales.
Fausto Jaramillo Y.
Estimado Aníbal Fernando:
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con ese comentario. Es una lástima que no encontremos ese ejercicio con frecuencia, ni por parte de algunos periodistas que no quieren arriesgarse y se convierten en plumíferos asalariados envileciendo así su profesión, ni por parte de no pocas instituciones periodísticas que deben saber bien sus responsabilidades ante la verdad informativa independientemente de sus deseos y vínculos. Creo que soy demasiado idealista en exigir estas cosas, pero es la única forma de que el periodismo recupere su verdadero espacio con credibilidad en la sociedad civil que deseamos construir.
Abrazos,
Juan Nicolás Padrón
Querido Aníbal Fernando
ResponderEliminarFelicitaciones por tu articulo en torno a la ética periodística. Claro, en un país donde se pontifica con rabo de paja, es buena tu palabra ética.
Abrazos
Juan Carlos Morales
Apreciado Aníbal Fernando
ResponderEliminarEs necesario explorar, además, la relación que hay entre ética periodística y ejercicio político, pues uno de los temas en debate de siempre es la pregunta: ¿es adecuado que un periodista de manera simultánea ejerza funciones públicas? o ¿en caso de estar en el ejercicio de éstas funciones se separe del periodismo para no valerse de los medios a los que siempre ha estado expuesto?
Hago alusión a este tema, pues no se puede ser político y periodista a la vez, ya que -se quiera o no- hay un sesgo que impide el trabajo periodístico. Ya hemos visto, además, con innumerables ejemplos en varios países del mundo que cuando se pasa del periodismo a la política, los resultados no son los más halagadores, salvo contadas excepciones.
Mis más cordiales saludos,
César Ulloa Tapia