Este espacio contiene artículos de opinión y datos informativos sobre arte, cultura, identidad y análisis político. Aunque en esencia, se nutre de la semilla literaria que crece como la vida, y, a ratos, se ausenta como la muerte.
miércoles, 10 de marzo de 2010
ELOGIO A UN SER ESPECIAL
Madre: sinónimo de vida. Persona irreemplazable en la crianza de los párvulos. Su fortaleza y tesón revoluciona los días. Su esfuerzo ilumina nuevos horizontes. Su dedicación prodiga en seguridad hacia los suyos.
Madre: parnaso de ternura y ejemplo de persistencia. Desde la intimidad sobresale con su grito rebelde o su devoción femenina. Sus hijas son la razón primigenia de existencia. Sus hijos son la prolongación de anhelos renovados y proyectos benignos. A través de sus caricias forja la alegría familiar. Sus manos recogen la semilla de la bienaventuranza. Sus gestos son versos que se esparcen con el viento y se confunden en la alborada.
Madre: guerrera que amamanta sueños profundos en una sociedad heterogénea, prestidigitadora de valores intrínsecos, fecunda promotora de la libertad y el respeto común. Nueve meses anteceden a la experiencia maternal, entre la ilusión de los primeros quejidos y el insomnio como consecuencia de la continuación carnal.
Madre: huarmi forjada junto con la multiplicación de los siglos, expoliada por el maltrato masculino, agobiada en el instante de asumir roles diversos. Sus ojos contemplan hermosos amaneceres, su corazón esparce la fecundidad del amor perenne, su sonrisa contagia de alegría y convoca al regocijo. “Gracias en este día, y en todos los días, por la capacidad que me diste de recoger la belleza de la tierra como una agua que se recoge con los labios y también por la riqueza de dolor que puedo llevar sin morir en la hondura de mi corazón”, escribe Gabriela Mistral. A ti madre, te dedico mis poemas inconclusos, te ofrezco mi rabia y necedad absurda, te exhorto a caminar por senderos luminosos, te ruego a que me arrulles en la oscuridad que brota del dolor, te invoco a observar la lluvia y los montes que rodean mis dudas, te pido acariciar la nostalgia de aquellos recuerdos perdurables, te invito a cristalizar la dicha y abrazar juntos el porvenir.
Otavalo, mayo 10 del 2008
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