miércoles, 10 de marzo de 2010

EL ARTE IMPLÍCITO DE ALFONSO ENDARA



¿Qué es el arte? León Tolstoi considera que “el fin del arte es la belleza, que ésta se conoce por el placer que produce, y que el placer, a su vez, es una cosa importante por el solo hecho de ser un placer…”. Sin embargo, el propio Tolstoi delibera así: “Para dar una definición correcta del arte es pues necesario, ante todo, cesar de ver en él un material de placer, y considerarle como una de las condiciones de la vida humana. Si se considera así, se advierte que el arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres”.

Mirado así al arte, destacamos dos condiciones primarias de su existencia: la belleza que emana del placer y la comunicación derivada a partir de la estética. Entonces, la cotidiana jornada existencial se contrapone a ratos, tras el resplandor del crepúsculo, la mirada tierna del recién nacido, el paisanaje que cobija nuestra serranía, el trovador entonando quimeras, el pescador navegando en los viejos océanos, la mujer nocturna fantaseando con una fracción de la luna, la muerte ingresando a hurtadillas a la casa del vecino, la soledad cumpliendo el rol de acompañante en el colofón del longevo, la carretera sin un destino fijo, la impotencia del humilde ante la proliferación de la miseria, la paradoja sintetizada en la opulencia de pocos, y la desdicha numerosa.

El arte acoge y recoge ese pragmatismo, que, a su vez, se convierte en latente ficción. “…el arte es un reflejo de la sociedad en que aparece”, asevera Ernesto Sábato. Desde ese reflejo pertinente emerge Alfonso Endara (Quito, 1960); experimentado pintor de paradojas humanas, a veces, desde el rostro unipersonal -el retrato-, otras, desde las bufonadas del ser y sus máscaras hipócritas, y, finalmente, -con una enorme sabiduría proveniente del mensaje bíblico-, desde la contextualización mística de los hacedores de la parábola, la sentencia y lección de los versículos, y, la advocación de las bendiciones sempiternas.

Endara se resiste a catalogar su obra como arte religioso, más bien su imán referencial gira alrededor del hecho contemplativo, en donde se bifurcan mujeres angelicales metamorfoseadas con una flor, féminas hermosas de dorso semidesnudo en un acto reverencial de fe hacia el Creador invisible, hombres arrepentidos frente al muro de las indulgencias.

Títulos de cuadros conmovedores como: “Paz de Dios”, “Buscando justificación por su pecado”, “La elegida”, “El atrevimiento del intelecto”, “Una flor más”; nos sumergen a pasillos inmutables de conventos franciscanos, largos corredores de claustros misteriosos, cuartos con cirios encendidos ante la presencia silenciosa de la cruz bendita.

“Confrontación”; (calificativo de esta muestra pictórica) constituye el resultado de la dilatada cavilación del autor ante los dogmas y creencias que merodean en religiones diversas que, al fin y al cabo, tienen la injerencia humana. Él confronta los signos oscurantistas y devela ciertas contradicciones mutiladas en la historicidad oficial.

Endara, quien ha participado en más de 40 exposiciones individuales, tiende la mano creativa a partir de la armonización de una estructura con estilo clásico. Por ello, en algún momento de su trajinar artístico sedujo a los fantasmas que rondan al famoso Miguel Ángel. El pintor que se lleva el elogio de este comentario no se desentiende de su realidad próxima, y, ante ella, se vuelve un febril contestatario.

Placer por el enunciado artístico y ansias por comunicar sus demiurgos internos es lo que nos proporciona en el lienzo, el pintor de las almas sosegadas: Alfonso Endara, entre saudades y el relicario desde donde se desprende la creación.


(*) Presentación de la muestra pictórica
“Confrontación” de Alfonso Endara
Sala Rafael Troya
Casa de la Cultura “Benjamín Carrión”
Núcleo de Imbabura
Ibarra, diciembre 11 del 2009

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