lunes, 11 de agosto de 2014

De ferias, libros y otros etcéteras


Se cerró el telón de la Feria Internacional del Libro de Quito -realizada la semana pasada- que en este año llegó a su sexta edición, y cuyo escenario fue el Centro de Convenciones del Parque Bicentenario (antiguo aeropuerto). En su amplio cronograma se incluyeron complementariamente actividades artísticas y creativas (música, cine, teatro, danza), con el afán de ampliar su espectro y convocatoria. Especial atención se dio a la niñez que tuvo un pabellón exclusivo en donde se desarrollaron iniciativas de carácter lúdico.

Colombia fue el país invitado de honor, el cual contó con escritores del nivel de Piedad Bonnett, Santiago Gamboa, Andrés Ospina, entre otros. También, a más de una treintena de creadores extranjeros, como Rafael Courtoisie (Uruguay), Luis Sepúlveda (Chile), Margarito Cuéllar (México), Renzo Sicco (Italia) y de una vasta participación de poetas y narradores nacionales a través de lecturas y presentaciones de textos.

Siempre será gratificante que desde el Estado exista la voluntad política para impulsar eventos de esta índole y fortalecer procesos tendientes a mejorar la calidad de vida de la gente. Esto, en concordancia a la apuesta del Ministerio de Cultura y Patrimonio junto con la Cámara Ecuatoriana del Libro, respecto de motivar los niveles de lecturabilidad de los/as ecuatorianos/as. La cita ferial permitió percatarse de fuente directa de las novedades en el ámbito editorial y humanizar las letras en el contorno cotidiano, desde las diversas ramas del conocimiento. Desde las múltiples aristas de los/as autores/as. Desde los distintos argumentos y criterios científicos e imaginativos.

El contacto del lector/a con el libro conlleva la emancipación del pensamiento y la obtención de nociones de raciocinio y criticidad. Con la lectura tenemos la posibilidad de descubrir y redescubrir las cosas, los hechos, el mundo en su dimensión integral. La lectura es un ejercicio lúcido con el cual el hombre concibe entre líneas su hábitat y los recónditos misterios de la vida. Es una herramienta para consolidar la fantasía y el ensueño. El lector/a adquiere la capacidad de la tolerancia para entender al otro/a.

Por ello es significativo que propuestas como la anotada se expandan en el país y con eso se propenda a motivar el hábito a la lectura, especialmente en las niñas, niños y adolescentes, más aún cuando las estadísticas arrojan en Ecuador un precario interés por las publicaciones, con un promedio de medio libro de lectura al año por habitante.

Entonces, las ferias que congreguen a autores, editores, libreros, lectores vendrán como un bálsamo dignificante que favorezca a la dinámica cultural de toda la comunidad.

Diario El Telégrafo /  04 Dic 2013

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