El niño receloso
de atravesar los zaguanes
que imprime la vida.
El niño triste
por la ausencia de marionetas
por la casa del árbol
jamás construida.
El niño ensimismado
con la pelota hecha de periódicos
y con la alegría
de los amigos invisibles.
El niño acorralado
en el universo de juguetes,
en la soledad rondando
como un fantasma errante.
(Del poemario “Canto Nocturno”, Quito, Libresa - año 2000, de Aníbal Fernando Bonilla F. )
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