Gabriel García Márquez califica al periodismo como “el mejor oficio del mundo”. Refiriéndose al mismo sentencia: “…es una pasión insaciable que solo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad”.
El ejercicio cotidiano ideal del periodista está ligado a una concepción ética que alcanza un nivel necesario de credibilidad. El dinamismo y sinceridad son, entre otros, factores que inciden en la tarea dispuesta. Existe un compromiso previo con la verdad de los hechos, con el entorno social que reclama fórmulas viables para superar la crisis, con el infatigable devenir de los actos que muchas veces se cierran en círculos oscuros en los cuales se ciernen -a su vez- componendas infames dispuestas a ser descubiertas. Toda comunidad requiere un periodismo limpio de intereses individuales, que transmita, además de diagnósticos, válidas sugerencias.
El periodismo posee intrínseca relación con otras ramas de las ciencias sociales. Por ejemplo, el periodismo escrito se erige como un género literario. En tal virtud, el periodista es un ser preparado en y para todos los órdenes. Debe amar la literatura, el arte, la cultura. Debe convertirse en un devorador de libros, folletos, revistas, y todo lo que tenga a mano. La sociología, filosofía, antropología, jurisprudencia, pedagogía, política, ecología, economía, psicología se entrelazan en una función multidisciplinaria que influye en el oficio periodístico. Como manifiesta Ryszard Kapuscinski: “El periodista es un cazador furtivo en todas las ramas de las ciencias humanas”.
La vocación debe sustentarse con una preparación académica que permita estar a la altura de los avances tecnológicos. El internet, la cibernética y la electrónica son elementos actuales facilitadores de conocimiento.
En términos generales, la globalización tiende a una excesiva individualidad, convirtiéndose la comunicación en un puente sensible para la integración social. En ello, el periodista tiene la capacidad de persuadir el quemeimportismo y provocar reflexiones en los campos: social, económico, productivo, político, cultural, artístico y deportivo…, reiterando la función de catalizador entre el poder público y el ciudadano común.
Una de las formas de enunciación periodística es el editorial, que en esencia contiene el resumen del pensamiento humano. Lleno de debate altruista, propenso a la confrontación cívica entre actores sociales, anhelante de cosechar bienestar colectivo.
En un editorial se puede evaluar la situación pragmática de los pueblos, desenmascarar a los culpables del dolor y desasosiego popular, sentir como nuestros los sueños ajenos.
El periodismo es determinante en toda nación. Su validez radica en aquello.
Diario El Telégrafo / 21 Ene 2014
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