martes, 12 de agosto de 2014

Liderazgo y sociedad


Los entornos sociales requieren mujeres y hombres que sintonicen con sus realidades, desde enfoques sensibles y participativos. El anhelado progreso depende en buena medida del accionar de autoridades comprometidas con el bien común. Esto supone una interactuación entre mandatarios y mandantes, en la búsqueda de alternativas a los problemas acuciantes.

Toda comunidad necesita del contingente dirigencial provisto de características elementales como: honestidad, don de gentes, profesionalismo, tolerancia, credibilidad, sencillez…, para lo cual es menester que exista una directa interrelación con las necesidades y requerimientos de la gente y la planificación predispuesta en los diferentes entes corporativos. El líder se forja desde la preparación y el conocimiento permanente. Asume su rol con solidaridad y transparencia. Y con ética dentro de los objetivos asumidos.

Los liderazgos son fundamentales en la consolidación de sociedades anhelantes de desarrollo, más aún en la conducción de organismos de elección popular. Conviene entonces que los  líderes  sean sensitivos al clamor colectivo. Los canales comunicativos son vitales en el ejercicio entre gobernantes y gobernados.

Es crucial que los preceptos democráticos se antepongan en la actitud de un líder, con la finalidad de brindar apertura a las exigencias populares, con responsabilidad y sentido común. Esto obliga a dimensionar los límites entre poder y ciudadanía, y el enorme compromiso que posee el caudillo en condición de cabeza visible de las grandes transformaciones sociales.

Ecuador transita por una nueva convocatoria electoral. Ante ello, la población debe estar consciente de su rol en el momento de acudir a las urnas: sufragar por personas y propuestas idóneas y viables. El escenario electoral es interesante en la medida en que la ciudadanía le apuesta a la ratificación democrática y, con ello, a la selección de líderes y lideresas que van a generar pautas innovadoras en el quehacer político y que, a partir de proyectos realizables, conduzcan a mejores derroteros a sus espacios territoriales.
Los verdaderos liderazgos no solo que se reactivan en elecciones, sino que  están latentes en todo momento, cuando la solidaridad, influencia moral, capacidad de trabajo y entrega decidida se plasman como conducta de vida. 
El próximo febrero la ciudadanía deberá escoger, más que a autoridades seccionales y locales, a líderes que sepan delinear los destinos patrios, con pasión y perseverancia.

Diario El Telégrafo /  28 Ene 2014

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