El calendario electoral de 2014 genera que los partidos y movimientos aceleren sus decisiones de cara a la designación de las nuevas autoridades seccionales y locales.
Ciertamente, en el tablero político ya han empezado con celeridad los contactos y cabildeos que permitan seleccionar a los candidatos(as) a las diferentes dignidades de nominación popular. Este es el caso de prefectos, alcaldes, concejales y vocales de los GAD parroquiales. No hay que olvidar que tales candidaturas se definirán en procesos internos de primarias, avalado por la Función Electoral.
No cabe duda de que todo procedimiento electivo fortalece a la democracia. En ese sentido, las agrupaciones políticas tienen un reto esencial en el contorno de la profundización de los diferentes mecanismos democráticos. Sin embargo, es menester considerar que los núcleos partidarios, en más de un caso, no tienen mayor preocupación en un aspecto fundamental para lo anotado: la formación de cuadros políticos, esto es, de mujeres y hombres que tras una etapa prolongada de capacitación puedan asumir los espacios citados. Para el efecto, los partidos deben consolidar las escuelas de discusión ideológica, las mismas que permitan superar esa tendencia electorera que históricamente han tenido los partidos, con excepciones puntuales.
Las elecciones de febrero de 2014 tendrán un aditamento especial: conocer el comportamiento ciudadano ante sus personeros inmediatos. Esto conlleva percibir los verdaderos liderazgos existentes en los territorios: provincial, cantonal y parroquial. Aquí se deriva un tema de debate relacionado al efecto que tendrán los respaldos de un carácter nacional. La población escoge a su primer personero municipal o a su prefecto, considerando la capacidad administrativa y eficacia en la propuesta de desarrollo, ligado, a la cobertura de servicios básicos, entre otros parámetros.
No es lo mismo votar por un asambleísta que por un alcalde(sa). Esa decisión en las urnas tiene como interés ciudadano el mejoramiento de su propio entorno geográfico. La relación estrecha entre gobernantes y gobernados tendrá un directo efecto en las elecciones del año venidero. Los grupos políticos deben inscribir postulantes que tengan adecuados perfiles para cada dignidad establecida, en donde la ética, transparencia, solvencia profesional, labor social, cercanía con la ciudadanía, espíritu de trabajo colectivo y conocimiento cabal de las leyes garanticen la tarea asumida. A ello debe sumarse un plan gubernativo serio y viable.
Enhorabuena el Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad) establece con cierta claridad las competencias y roles de cada estamento y autoridad.
Diario El Telégrafo / 24 Jul 2013
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