El alacrán colorado
que asciende las montañas
del Himalaya.
La gota de lluvia
que se destroza
en el pavimento.
El caballito de mar
que cabalga en mi espalda
triturando cicatrices.
La diminuta hormiga
que se congela
con el sonido del relámpago.
El ciempiés que destruye
el camino de la oscuridad.
El dolor invisible
de las funerarias
con olores nauseabundos.
El país sin alma
donde todos duermen
al mediodía.
La muerte hecha obra de arte
en las pupilas
de los cuerpos reencarnados.
(Tomado del poemario “SELVADENTRO”, abrapalabra editores, Quito - 1998, de Aníbal Fernando Bonilla).
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