La poesía se abre paso con el tiempo. Derriba los muros mentales y da cuenta de la vorágine de los días desolados. La poesía es hueso y carne, médula de vientos marchitos. La exploración de la nada. El encuentro con la rosa y el reencuentro con el florilegio y la sombra de nuestros propios fracasos.
La poesía es la antítesis del aburrimiento y del letargo, en tanto, es naturaleza y vitalidad, ritmo y testimonio. Refleja el cansancio del mundo. La emancipación de la Luna. La noche en pleno éxtasis superando la oscuridad de las ideas. La comunión entre la vida y la muerte, entre el mito y la realidad, entre la virtud y el pecado.
Tal vez, por ello, en nuestro país, en plena mitad del orbe, se impulsa anualmente -bajo la tesonera militancia cultural de Xavier Oquendo Troncoso- el Encuentro Internacional de Poesía en Paralelo Cero. En este 2013, se desarrolla en la presente semana la quinta edición, teniendo como sede central a Quito y como subsedes a Otavalo, Ambato, Portoviejo, Esmeraldas, Quinindé y Atacames.
Es el cúmulo del verso exteriorizado entre la montaña y el mar, entre la geografía diversa y las identidades inacabadas, entre el regazo que motiva el frío y la ventisca al filo de la orilla. Es el grito sonoro que intenta expandirse fuera de las fronteras. Es la patria forjada en metáfora. Es el rescoldo de viejos afectos. Es la memoria impregnada en el equilibrio de la palabra. Es el último aliento del poeta, quien se renueva en el parnaso a través de la desnudez y la invención.
Festival poético cargado de homenajes y reconocimientos, por ejemplo, a Euler Granda (Los que nacen ahora/ son los muertos mañana;/ el hoy es el ayer;/ la verdad/ es la mentira más cerdosa;/ el amor/ no es más que el desamor con piel de oveja). De invitados especiales, como Juan Gelman (Estas palabras/son más verdaderas que yo. / Son materia y no tiempo,/en sus entrañas hay /una piedra que nunca se acaba). De lectura de textos y exposición de libros. De concurso y premio literario. De amistades nacientes y afectos renovados. De imágenes profundas y urgencias líricas. De periplos en la tierra ecuatorial. De fiesta para los ojos y los sentimientos mundanos.
La poesía se muestra de cuerpo entero. Con la ensoñación de sus autores. Con la connivencia de los lectores. Con la curiosidad de la gente. Se cumple con el propósito de divulgación de los márgenes del verbo imperceptible. Como decanta Miguel Velayos: “Contra el tiempo que mata,/ la poesía,/ contra la humillación, contra el frío tenaz/ que nos cubre de escombros, contra la sordidez,/ contra el muro de espinos que han plantado en los sueños, /[…] contra la terquedad que llena de ponzoña el pensamiento,/ contra el tiempo que mata,/ contra el miedo que mata,/ contra el mundo que mata…/ de nuevo, la poesía”.
Diario El Telégrafo - 12 Jun 2013
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