domingo, 10 de agosto de 2014

Fútbol y júbilo tricolor


La alegría del fútbol nuevamente resplandece y se agita en el corazón de la gente. El Ecuador está a un paso de reeditar su participación en la principal cita mundialista de este deporte. Las eliminatorias para el Mundial que se desarrollará en Brasil 2014, han sido expectantes y con resultados favorables, especialmente en nuestra condición de dueños de casa.

La hinchada ha sabido responder con orgullo patrio. Este es un factor que cabe destacarse del fenómeno futbolístico: el sentido de pertenencia colectivo. A través del fútbol, el país alcanza niveles de cohesión que supera las taras regionalistas, las diferencias socio-económicas y ciertos prejuicios racistas. Al unísono se agitan banderas y se grita a viva voz a favor de la selección tricolor, cuya cabeza visible y liderazgo indiscutible se acredita a Antonio Valencia, ejemplo de tenacidad, disciplina y esfuerzo. Con él también resaltan el resto de jugadores convocados, quienes aportan para efectivizar el anhelo de todo el país: intervenir con derecho propio -por tercera ocasión- al máximo certamen del balompié en el orbe.

Más allá de estrategias, planteamientos tácticos y métodos técnicos y físicos -esgrimidos por entendidos en la materia- lo que merece señalarse es el pundonor expuesto en cada partido, desde una intención conjunta; así también, el aporte individual de cada jugador seleccionado que atraviesa circunstancias particulares, las mismas que han superado -en muchos casos- un pasado de limitaciones y carencias, de penurias e incomprensiones.

Sin duda, que tras un dilatado proceso -cuya influencia directa está dada en las directrices colombianas- la selección ecuatoriana ha ido afianzándose como una de las más competitivas de nuestro continente. Esto, en virtud del profesionalismo alcanzado por nuestros futbolistas dentro y fuera del país, demostrado -entre otros parámetros- en la labor prolija de los principales protagonistas en sus diarias jornadas de preparación y entrenamiento en los clubes respectivos.

Pier Paolo Pasolini dice que el fútbol “es un sistema de signos, es decir, un lenguaje”. Entonces, desde ese lenguaje universal que genera emociones, que articula sentimientos diversos, que conjuga múltiples sensaciones en el gramado, en los graderíos en donde persiste el aliento de las masas populares, en las calles y avenidas, en las plazas y parques, es que el Ecuador aviva incansablemente a su equipo tricolor. El objetivo es ser partícipes del próximo Mundial en la nación carioca. Que ese anhelo se cumpla como un reconocimiento a la multiplicidad étnica y riqueza cultural ecuatoriana. Que la número cinco vaya rodando en búsqueda de ese surco y que eso sea un hermoso pretexto de unidad nacional.

Diario El Telégrafo /  16 Oct 2013

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