Entre los aspectos que ha generado la Revolución Ciudadana (RC) está
el provechoso debate de ideas en base a lineamientos políticos desde la
construcción de planes y programas dirigidos al bienestar humano, en
perspectiva holística. La discusión sobre la responsabilidad que
conlleva la administración de la Cosa Pública en el marco del desarrollo
nacional es vista desde una macro-dimensión que involucra la esencia
política más allá de la coyuntura gubernamental.
En tal sentido, la posibilidad de re-direccionar el enfoque de un nuevo tipo de Estado, que propenda a la redistribución de la riqueza, de manera equitativa, supone interiorizar en fundamentos ideológicos determinantes. Esto alberga la oportunidad de repensar la validez de una democracia basada en el respeto a la pluralidad, en el impulso a las libertades y en la directa intervención ciudadana en la toma de decisiones.
La profundización democrática implica el decidido aporte de la variada amalgama de los actores sociales y el involucramiento de los sujetos políticos, en la transformación de las estructuras hegemónicas de poder. La relación histórica de dominación es cuestionada a la par que se reorienta la labor estatal con sentido nacionalista, soberano, integrador, pero a la vez descentralizado, de cara a aminorar la brecha ricos-pobres.
En esa gestión gubernativa, la valoración de las identidades, en concordancia a la existencia de una nación con características policulturales y multiétnicas ratifica la enorme convicción inclusiva del proceso de la RC.
En esencia, la rearticulación de la convivencia democrática -no exenta de contradicciones e intereses- va de la mano con la participación de la gente en el acontecer político. No solo por disposición legal, sino como consecuencia de legitimación de procesos de apropiación de un discurso contra-hegemónico que disponga de alternativas al sistema agotado -que hiciera mella en décadas pasadas-, en cuyo contexto se advierte un rol protagónico a sectores emergentes, quienes tras desprenderse de la exclusión ocupan espacios de visibilización que antes eran negados. La presencia de los movimientos sociales es determinante en el recambio de la democracia de signo liberal, toda vez que los partidos políticos sucumbieron en un modelo agotado de representación y que no fueron capaces de sintonizar los momentos históricos y las exigencias sociales que superan la mirada electoralista.
Desde luego, esas agrupaciones políticas deben reconfigurarse acorde a las demandas ciudadanas en entidades formativas de líderes/sas y en el aporte a la reorientación de la cultura política.
Finalmente, la RC se encauza en el ideario socialista que moldea Latinoamérica, con particularidades que establecen un remozado sentir de la izquierda ecuatoriana.
Diario El Telégrafo / 05 Jun 2013
En tal sentido, la posibilidad de re-direccionar el enfoque de un nuevo tipo de Estado, que propenda a la redistribución de la riqueza, de manera equitativa, supone interiorizar en fundamentos ideológicos determinantes. Esto alberga la oportunidad de repensar la validez de una democracia basada en el respeto a la pluralidad, en el impulso a las libertades y en la directa intervención ciudadana en la toma de decisiones.
La profundización democrática implica el decidido aporte de la variada amalgama de los actores sociales y el involucramiento de los sujetos políticos, en la transformación de las estructuras hegemónicas de poder. La relación histórica de dominación es cuestionada a la par que se reorienta la labor estatal con sentido nacionalista, soberano, integrador, pero a la vez descentralizado, de cara a aminorar la brecha ricos-pobres.
En esa gestión gubernativa, la valoración de las identidades, en concordancia a la existencia de una nación con características policulturales y multiétnicas ratifica la enorme convicción inclusiva del proceso de la RC.
En esencia, la rearticulación de la convivencia democrática -no exenta de contradicciones e intereses- va de la mano con la participación de la gente en el acontecer político. No solo por disposición legal, sino como consecuencia de legitimación de procesos de apropiación de un discurso contra-hegemónico que disponga de alternativas al sistema agotado -que hiciera mella en décadas pasadas-, en cuyo contexto se advierte un rol protagónico a sectores emergentes, quienes tras desprenderse de la exclusión ocupan espacios de visibilización que antes eran negados. La presencia de los movimientos sociales es determinante en el recambio de la democracia de signo liberal, toda vez que los partidos políticos sucumbieron en un modelo agotado de representación y que no fueron capaces de sintonizar los momentos históricos y las exigencias sociales que superan la mirada electoralista.
Desde luego, esas agrupaciones políticas deben reconfigurarse acorde a las demandas ciudadanas en entidades formativas de líderes/sas y en el aporte a la reorientación de la cultura política.
Finalmente, la RC se encauza en el ideario socialista que moldea Latinoamérica, con particularidades que establecen un remozado sentir de la izquierda ecuatoriana.
Diario El Telégrafo / 05 Jun 2013
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